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PELAYO DE ZAMAYON 121 llegar hasta el conocimiento de Dios? —No; antes al contrario, la re­ cuerda oportunamente; pero sostiene que tal ciencia es imperfecta por extremo. «Eam crediderim de operibus Dei potuisse claram exac- tamque cognitionem doctrihamque tradere quam de coloribus caeci vel de lumine solis oculus nicticoracis aut alterius cuiuspiam avis lu- cifugae» (18). A pesar de todo esto, reconoce que también en los filósofos se ha­ llan algunas importantes verdades naturales. ¿Qué hacer, entonces? Como la verdad no puede oponerse a la verdad —la naturalmente co­ nocida a la sobrenaturalmente revelada— puesto que Dios es el autor de ambas, lo razonable es aceptar esas verdades filosóficas y arreba­ tarlas a los paganos como a posesores injustos de ellas (19). Así lo practica él mismo a lo largo de su producción literaria, sobre todo en la E x p la n a t io : en la cual, disertando sobre cuestiones graves, cita y acepta las teorías peripatéticas, a pesar de la poca estima que tie­ ne de Aristóteles; por ejemplo: E l a lm a h um a n a es fo rm a sub sta 7i- c ia l del c u e rp o (20); Se da en el h om b re una v id a trip le , p e ro la f o r ­ ma h um a n a es ú n ic a (21); La te o ría de los c u a tro elem en to s con las cu a lid a d e s fundam ¡e?italss que A ristó te le s les a sig na (22); E l h ile - m o rfism o en g en e ra l (23); v a rio s elem en to s de la te o ría p e rip a té tic a del c o n o c im ie n to h um a n o (24); L a v e rd a d en e l e n te n d im ie n to y la ve rd ad en las cosas (25), etc. Huelga advertir que en todo este negocio de someter la Filosofía a la Teología o mejor a la Fe; de tenerla en menor estima; de hacer derivar de Cristo (Verbo Eterno) iluminante todo conocimiento, aun el filosófico; de ponderar y encarecer los errores de los filósofos pa­ ganos, etc., S. Lorenzo de Brindis no hace más que continuar en la dirección marcada por los primeros Maestros franciscanos. Basta te­ ner presente la lucha de S. Buenaventura contra los peripatéticos averroístas como nos ha llegado reflejada en las diversas recensiones de sus C o lla tio n e s in H e x a em e ro n , y recordar las duras invectivas de Rogelio Bacón sobre la miseria de la Filosofía. He aquí un ejemplo: «Philosophia secundum se —escribe con su acostumbrado énfasis el ( 18 ) Explanatio in Genesim, I I I , p. 4 . C fr. Dominicalia, Op. ovmia, V III, pp. 451 - 452 . ( 19 ) Explanatio in Genesim, I II , p. 4 . ( 20 ) Ib., p. 215 ; 370 . ( 21 ) Ib., p. 215 . ( 22 ) Ib., p. 217 . ( 23 ) Ib., p. 437 . ( 24 ) Ib., p. 358 ; 378 ; 435 . ( 25 ) Ib., p. 488 .

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