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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 111 Las prerrogativas marianas de medianera, corredentora, reina, no son más que formas concretas de ejercer su maternidad espiritual. Debe tenerse en cuenta cuando haya de estudiarse cada una de estas prerrogativas marianas, según el pensam iento de San Lorenzo. Term inamos con la observación de que, al presentar a María en la orden de Cristo, no la hemos desligado de la Iglesia. Las relacio­ nes entre Maria y la Iglesia quedan m ejor determ inadas si María es contemplada desde el puesto que realmente le corresponde en el Cuer­ po Místico. Jesucristo está más íntimo en la Iglesia que ninguno de los miembros, por razón de que él es la Cabeza, el Corazón que todo lo anima. Una cualidad sem ejan te le compete a María. Por eso su presencia en la Iglesia y sus relaciones con el Cuerpo de Cristo son más hondas e indestructibles que si fuese María un simple miembro, aunque cualificado, de la Iglesia. No podemos dejarnos llevar del deseo de estudiar las relaciones entre María y la Iglesia en San Lorenzo. Indicamos el camino para un estudio sobre el tema. En primer lugar hay que partir de la maternidad espiritual de M a ­ ría entendida con la amplitud antes expuesta, siguiendo a San Lo ­ renzo. Es decir, que la maternidad espiritual le coloca a María en una categoría sobrenatural cualitativamente superior y distinta de la que ocupa la Iglesia entera, aunque en relación esencial a la Iglesia. Bajo otro aspecto, María es propuesta como «compendium Eccle- s'lae» (183). Toda la doctrina tradicional de María como «tipo» de la Iglesia tendría aquí su cabida. F inalmente, Lorenzo, como «predicador del pueblo», se expresa más en imágenes y por realidades concretas que por ideas abstractas. Así su doctrina sobre las relaciones M aría -Ig lesia creemos se halla contenida en figuras concretas como estas, que recurren frecuen ­ temente en San Lorenzo: María es la mujer del Apocalipsis, vestida de sol con la luna a sus pies (184). María es la ’mística ciudad de Dios”, con otras sim ilares: monte de Dios, arca de Dios, Jerusa- lén, etc. (185). La facilidad y frecuencia con que San Lorenzo pasa de un significado a otro en la explicación mariológica o eclesiológica del tipo, indica ya la intim idad de las relaciones reales que él per­ cibía entre María y la Iglesia. (183) «María divinum quoddam compendium est totius Ecclesiae». Moríale, I p. 336. 184) Sobre la visión de la Mujer del Apoc. 12, tiene San Lorenzo 7 sermones en los cuales ocurre continuam ente este símbolo. Moríale, I, 1-76. (185) Desde la página 335 a la 380 del Mariale, hay 6 sermones dedicados a María com o «M ística Ciudad de Dios».

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