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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 107 E fectivam en te, Cristo y su Iglesia forman una sola realidad so­ brenatural que llamamos «Cuerpo M íst'co». Y así han sido predes­ tinados por Dios desde la eternidad en unidad de misión sobrena­ tural, según San Pablo. Pero, si la unidad es real también lo es la distinción : Cristo es la Cabeza y los demás elegidos son los M iem - b r o s = la Iglesia. Articulado el Cuerpo místico en forma de organismo en el cual hay Cabeza y miembros, si queremos hablar de cualquier ser sobrenatural, nos conviene determinar con exactitud la categoría ontológico-sobrenatural a la cual pertenece. Refiriéndose a un indi­ viduo humano cualquiera la cuestión es fácil de resolver. Lo mismo cuando hablamos de Cristo: El es la Cabeza. Pero, al hablar de María tenemos motivos bien fundados para ponernos la cuestión. María, ¿ha de ser colocada en la jerarquía o categoría de la Cabeza, o ha de pertenecer a la categoría de los m iembros? María, como ser sobre­ natural, ¿está en la órbita de Cristo o en la órbita de la Iglesia? La respuesta a esta cuestión tiene influencia decisiva para toda la Mariología. Si nos decidimos por el cristocentrismo, entonces el punto de partida para entender el «misterio de María», es Jesucris­ to : María sería como la continuidad, despliegue del misterio de Cris­ to. Si nos decidimos por la Iglesia, entonces María será la cumbre, la realización idealmente perfecta, «típica», del «misterio» entero de la Iglesia. San Lorenzo se decide por colocar a María al lado de Cristo. Y por estar al lado de Cristo y en la medida en que está al lado de Cristo, es como M aría llega a entrar en contacto con el «misterio» entero de la Iglesia. La prueba más clara de este cristocentrismo mariológico del nues­ tro santo Doctor, está en la afirmación suya de la predestinación absoluta de María en el mismo decreto que Cristo, antes e indepen­ dientemente de la previsión, en la mente divina, de la existencia del orden de los predestinados y de la Iglesia de los predestinados. Mediante su predestinación María pertenece al «orden de la unión h ipostática»,- que es el orden de Cristo, orden de la Cabeza. En el . m ismo decreto eterno en que Jesús fue predestinado a la unión h i­ postática fue predestinada María para madre de Jesús (168). La pertenencia de María ai orden hipostático en que Cristo se en ­ cuentra, puede demostrarse por la «vía de la predestinación», o por la vía de la maternidad divina de María. San Lorenzo no conoce la (168) El primado de María al lado de Cristo ha sido ampliamente estudiado por R osch in i, La Mariologia..., pp. 65-83: aunque la interpretación «personal» del santo D octor no sea aceptable. Es excelente el trabajo de Domenic o f Herndon, The absolute primacy of C. Iesus and. His Virgin Mother..., ya citado, en n ota 160.

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