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98 T E M A S F U N D A M E N T A L E S E N LA T E O L O G IA . la glorificación. Y en cada una de las categorías sobrenaturales de seres: María — los ángeles— los hombres. Sin embargo, en punto el problema concreto de las relaciones en tre Jesús y el misterio del pecado, el pensam iento del Santo Doctor presenta una claridad y amplitud tal vez no lograda por n ingún teó logo escotista hastá su tiempo (151). Vam os a exponer la solución lau - rencia en sus rasgos más fundamentales. a ’) Jesús y el pecado de los ángeles. — La idea de que el pecado de los ángeles rebeldes depende de Cristo se encuentra con frecuen cia en los escritos de San Lorenzo ; y desarrollada con claridad y am plitud. No se precisa — para nuestro intento— más que indicar las ideas clave y los textos comprobatorios tal como los ofrece el Santo. Conocemos ya el principio general de que «ex infinita Christi ho- minis dignitate ortum habuít peccatuvn (152). Para mayor gloria de Cristo permitió el pecado de los hombres. El proceso de este pecado, por lo que se refiere a los ángeles lo describe San Lorenzo en un lar go texto que citamos íntegro para evitar comentarios innecesarios. Habla San Lorenzo de la prueba que Dios puso a los ángeles en su estado de viadores y explica que la prueba fue el precepto de adorar la humanidad de Cristo; lo que fue rehusado por Lucifer: «Hoc autem praeceptum quod et quale fuerit nullus valet h om i- num indagare... Probabilissime tam en crediderim humanae naturae in Christo adorationem id fuisse, ut revelaret illis Deus se velle in menso modo secundum omn ipotentiam suarn communicare seipsum humanae creaturae eamque assumere, ut sublimetur illa in Deo, ac quasi insitione quadam admirabili in Verbo fia t illa subsistens Deus, praeostenderitque illis Filium suum Iesum Chrlstum in specie et fi gura hom in is; ac tum demum iusserit legemque promulgaverit ut eum, in quo sibi super omnes semper bene complacuit, etsi homo fu - turus esset, adorarent tamen sicut Deum , propter Verbi hypostasim , eique obsequia et honores tanquam Deo redderent. Cui mandato cu i- cumque obtemperarent, semper felices sempiternamque supernatura- lem beatitudinem assequerentur; qui vero huic Dei mandato non a c - quiescerent, e loco illo supremo in sempiternas tenebras deicerentur ac detruderentur. Ñeque ea, quae nunc diximus, sine Scriptura testimonio a nobis dicta quis putet (Cita Ps. 96, 7 ; Hb. 1, 6). Ñeque enim ante saecu - (151) No entramos en el problema de la «originalidad» de San L orenzo; ni su dependencia de autores anteriores, sobre todo San Bernardino da Siena y Bernardino de Bustis. (152) Mariale, I, p. 82.
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