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9 0 T E M A S F U N D A M E N T A L E S E N L A T E O L O G IA . muía ”in principio erat lesas” -. Jesús, Hom bre-D ios está desde toda la eternidad en la mente de Dios, como principio de los cam inos de Dios, fundamento del universo, razón de ser de todo cuanto existe, fuente de la vida sobrenatural, vencedor del demonio. Esta idea de Jesús como «principio de los caminos de D ios», fundamento de la creación entera es la que vamos a comentar con alguna detención. A) La santa Humanidad de Cristo. — Desde un principio conviene tener en cuenta que el sujeto inmediato y directo de todas las gran dezas y primacía que Lorenzo atribuye a Cristo es, «in recto», la santa Humanidad del Señor. En las páginas siguientes aparece con tinua mente Jesucristo como primogénito de toda creatura, primero de los predestinados, mediador de los ángeles, razón de la permisión del pecado de ángeles y hombre, causa ejemplar, eficiente y final de todo cuanto existe en el orden sobrenatural y en el orden natural. En todas estas firmaciones hay que poner como sujeto directo, in mediato a Jesús, la Human idad asum ida por el Verbo. Cierto que el su jeto último de atribución es la persona del Verbo ; pero tiene una gran importancia para entender el cristocentrismo de San Lo renzo, el afirm ar que, directa e inm ediatamente, toda esta serie de atributos y otros similares se predican del Verbo por razón de la Humanidad asumida. Por eso hablamos continuamente de Jesús, el Hombre-Dios. Son varios los textos en que expresamente se dice que el objeto de la predestinación divina es la Humanidad de Cristo, no su D i vin idad: «Sed si Christus praedestinatus est u t ait Paulus (Rom . 1, 4), non utique praedestinatus est ut Deus, sed ut homo » (130). Y en otra parte: «Christus, quatenus homo, prima est creatura praedesti- nata» (131). Su cualidad y dignidad de «compendio» de todo lo creado e increado le conviene por razón de su Humanidad. Es su Humanidad la que sustenta esta dignidad de ser la «recapitulación» del universo: de todo lo creado e increado (132). Con la m irada continuamente fija en la Human idad de Cristo es como se logra el auténtico «Cristocen trism o»: cuando la H um a nidad sacratísima se nos ofrece como centro «objetivo y subjetivo» de la revelación. Todo se nos revela en Cristo, por Cristo y para Cristo, como fin inmediato de toda la Econom ía de salvación bajo cualquiera de sus aspectos. (130) Quadragesimale I I, Op. omnia V -l, p. 434. (131) Mariale, Op. omnia I, pp. 79-80; cfr. ibid., 79-83. (132) Quadragesimale I, Op. omnia IV, p. 495. Léánse más arriba las notas 122. 123 124, 125, 126; 82, 83, 85.
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