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84 T E M A S F U N D A M E N T A L E S E N LA TE O L O G IA . entre católicos y protestantes era to ta l: para los católicos tienen el valor de disposición positiva en orden a la gracia de la ju stifica ­ ción. Para los luteranos todo conato de prepararse a la gracia de la justificación , no es más que una mayor intensificación del pecado mediante otro m ayor: el de soberbia y excesiva con fianza en sí mismo. Verificada la justificación , el hombre cristiano no está dispensado de realizar buenas obras. San Lorenzo Insiste con mucha frecuencia en este punto, que era de gran importancia en su lucha de tipo po­ pular y práctico contra el luteranismo. Y a vimos anteriormente que, la m ejor defensa de la Iglesia católica la constituía, para San Lo ­ renzo, el hecho de los frutos de buenas obras en que abunda nuestra Iglesia; frente a la corrupción de costumbres que trajo consigo la sedicente «reforma» luterana. Tampoco Lutero rechazaba de plano cualquier obra buena del cristiano que ha recibido la justificación . Pero aún en esto difería notablemente de la doctrina católica. En primer lugar, para el cristiano justificado ya no existe ley n in ­ guna obligatoria; vive en la libertad de los h ijos de Dios y no está obligado a prestar ni puede hacer otra buena obra que creer: la fe fiducial o salvadora (116). Cualquier otro intento de hacer una buena obra ya es más bien pecam inoso y hace peor al hombre. Omitiendo los textos concretos de la Biblia en que apoya sus afirmaciones, Lu ­ tero se refiere a toda una econom ía de salvación radicalmente distinta en el A . T. y en el N. T. En el A. T ., se nos ofrece el ideal de justicia, se promete la salvación y se exigen las buenas obras. Pero el Evan ­ gelio, respondiendo a su nombre de «buena nueva» de salvación, promete la salvación sin condición ninguna de buenas obras, sino sólo exigiendo la fe (117). En esta situación fácilmente se comprende el peligro que el lute­ ranismo ofrece de relajar sin lím ites la moral cristiana. Sin em ­ bargo, Lutero fundam en ta la moral cristiana y la «necesidad» de las buenas obras en otros principios: el cristiano debe fundamen tar su comportam iento para con Dios y para con el prójimo en la fe fiducial: fe salvadora. Verificada la entrega de sí m ismo a la acción de Dios en la fe, el cristiano ya vive continuamente en la ley de (116) Trata ampliamente este problema contra Leiser en la Hypotiposis, II- 3, pp. 154-201. Cfr. B en edictos a S. P aolo, ob. eit., pp. 111-136. (117) Hypotiposis, II, 3 pp. 156-158; 175-184. «Lex quidem proponit iustitiam et prom ittit salutem (dice Lutero), sed cum conditiona operum et obedientiae, Evangelium vero tanquam bonum nuntium iuxta nom en suum ad consolationem fidelium prom ittit salutem absque ulla conditione operum , nisi tantum fidei». hoc. cit., p. 177.

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