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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 81 polémica, la exposición que hace Lorenzo de la doctrina nos ofrece un aspecto importante del concepto católico del hombre, frente a la concepción protestante. En la doctrina del pecado original, la divergencia entre ambas concepciones llega a ser total. Es conocida la doctrina luterana sobre la total corrupción del hombre por el pecado original. Con su caída el hombre perdió toda libertad en el orden moral y del libre albedrío queda sólo el nombre, ya que el hombre caído en toda obra que intente siempre e inevitablemente peca. El hombre no sólo es pecador, sino que está intrínsecamente empecatado aún antes de ser capaz para ningún acto. El sacramento del Bau t'sm o y cualquier acto posterior de justificación no llegan a quitar el pecado que se consustancializó con el hombre (106). Para San Lorenzo el pecado original consiste en la privación de la «justicia o rig ina l»; y jun to con la justicia original los otros dones sobrenaturales y preternaturales de que Dios había dotado al pri­ mer hombre (107). Pero está totalmente alejado de pensar en una corrupción esencial de la naturaleza hum ana y en una inhabilidad absoluta para el bien, como consecuencia del pecado (108). B) La justificación del pecador. — Así pues, el hombre histórico que conoce la teología católica está llamado por Dios al orden so­ brenatural. Pero en realidad, después del pecado original y los pe­ cados personales, se halla imposibilitado para presentarse delante de Dios. En esta situación, ¿cómo resolver esta tensión inmensa in - custrada en la vida hum ana entre el deber ser justo y la imposibi­ lidad personal de llegar a ser justo delante de Dios? Y a hemos señalado las soluciones divergentes que patrocinaban el humanismo renacentista, el luteranismo y el catolicismo. Siguiendo la línea del Concilio de Trento, San Lorenzo presenta como testigo de excepcional valor sobre la doctrina católica acerca del problema de la justificación (109). La doctrina de nuestro Doctor tiene en este punto un carácter marcadamente polémico y apologético; por lo cual es necesario tener presente la doctrina luterana en sus rasgos más generales. Pero bastará, para seguir el pensam iento de San Lorenzo, conocer la do c- (106) Hypotiposis, Op. omnia II-2, pp. 435 ss. (107) Cfr. Explanatio in Genesim, Op. omnia I I I , pp. 271-274. (108) La doctrina completa sobre el pecado original en San Lorenzo, cfr. Bene­ d ictos a S. P a olo, ob. cit., pp. 24-59. Cfr. F elipe de Fuenterrabia, Argumentación bíblica de S. Lorenzo de Brindis, en sus controversias..., loe. cit., pp. 324-342. (109) Véase la doctrina completa expuesta por B en edictos a S. P a olo, ob. cit., pp. 59-80; 81-109; 111-146. 6

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