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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 77 pecado original. H istóricamente no existe más que una sobrenatu - raleza totalm en te arruinada. c) En este hombre sustancialmente empecatado, todo intento de salir del pecado, todo conato de obrar algo bueno se transforma en auténtica empresa pecadora, llena de soberbia, de suficiencia, de m a la intención de valerse por sí m ismo sin querer esperar a que Dios venga y nos levante. Por eso todo intento de ser bueno en realidad es un hundirse más en el pecado. Porque ese m ismo intento está saturado de soberbia, suficiencia, casi rebeldía contra D ios: es una especie de a fán prometeico de querer hacerse fuerte sin Dios y contra Dios. Por esta razón, dice Lutero — en el lenguaje teológico— que todo hombre cuanto más se esfuerza en prepararse a la gracia y justificación m ás peca. Peca siempre de soberbia y presunción. Si quisiéramos resumir en una sola idea el «antihuman ismo» lu ­ terano podríamos hacerlo en torno a la idea de libertad. Y la obra de Lutero donde está en germen lo más característico de su antro­ pología teológica es la de ”De Servo Arbitrio”. La libertad del h om ­ bre está aniquilada, es inexistente para todo el orden moral. Nada coopera el hombre en la obra de su salvación. La justicia de Dios se realiza en el hombre sin el hombre. Se encuentra absorto por la gra ­ cia que le m an eja al hombre como a un ser inerte y absolutamente inactivo. c) Defensa del hombre ante Dios.— Dentro de la Contrarreforma católica los problemas de antropología teológica tienen una impor­ tancia de primer orden. Aunque no se agotó en esto su actividad y eficacia, sin embargo la Reform a católica nos ofrece también un auténtico human ismo cristiano. Dentro de este humanismo descansa la antropología teológica, la doctrina católica sobre el hombre, cuyos rasgos fundamen tales vamos a encontrar nosotros en San Lorenzo de Brindis. Podemos considerar los capítulos y cánones dogmáticos del Con ­ cilio Tridentino sobre el pecado original y la justificación , como la m ejor formulación de las tesis teológicas que están en la base del humanismo cristiano-católico. Y la orientación fundam en tal de este humanismo podemos decir que es esta : se trata de una defensa del hombre ante Dios. En Lutero la libertad hum ana y, por tan to, el espíritu humano con toda su energía y posibilidades queda anulado ante la invasión de lo divino. Hablando entre cristianos y a base de ideas reveladas no se trataba de defender al hombre frente a Dios, ni menos a costa de Dios, como pudiera pretenderlo el human ismo pagan izante. Los teólogos ca tó ­ licos no buscan determ inar el concepto cristiano y sobrenatural del hombre partiendo del hombre m ismo y de los datos que la razón

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