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76 T E M A S F U N D A M E N T A L E S E N L A T E O L O G IA . El «optimismo» radical con que el humanismo renacentista mira al hombre, se tran sform a en Lutero en un pesim ismo radical y ab soluto. Por una parte se rechaza a la naturaleza hum ana como fu en te de cualquier bien moral y religioso: todo lo que el hombre natural hace es pecar y ninguna otra cosa más. La gracia no hay que con cebirla como un complemento de la naturaleza ni a la naturaleza en situación de abertura a lo sobrenatural: la gracia y justicia de Dios vienen a destruir el orgullo de la naturaleza, a confundirla y a negarla; a hacer que reine en el hombre solamente Dios, sin el hombre. En el plano exacerbadamente religioso en que se pone Lutero no hay m ás hombre que el que Dios m ismo crea con su gracia en el momento m ismo en que el hombre natural es destruido por la gracia y edificado de nuevo desde Dios y nada desde sí mismo. Refiriéndonos ya a problemas más concretos de antropología cris tiana, Lutero apoyándose en San Pablo — en la epístola a los ro manos— ve así la historia de salvación y al hombre m ismo inmerso en ella : a) El único que sabe adecuadamente lo que es el hombre es Dios mismo. El verdadero ideal del hombre, su imagen verdadera es la que Dios tiene y revela al hombre mismo. E sta revelación aparece en Cristo: aquí es donde Dios dice al hombre lo que este es ante Dios. Hay que partir de Jesucristo para saber lo que es cada h om bre y el hombre en general. Y en Cristo crucificado Dios declara, en forma dramática, que el hombre está caído en la nada, en el p e cado, en la muerte eterna. b) Por el pecado original el hombre perdió la imagen divina. Y como el hombre auténtico y real (para el pensam iento religioso) era aquel que Dios ten ía previsto, desde el momento en que el pro yecto divino se í'ustró por el pecado, quedó el ser del hombre sus tancialmente corrompido. Y así corrompido y «deshumanizado» entra en la actual econom ía de salvación y en ella vive. En el lenguaje teológico y en forma más concreta se dice lo m ismo afirm ando que, por el pecado original, el hombre perdió toda su capacidad moral para el bien y que en orden religioso-moral quedó sustancialmente co rrompido; carente dé libertad para las obras morales y religiosas, el hombre está empecatado y en toda su actividad moral no hace más que pecar. Sobre ese hombre sustancialmente empecatado es sobre el que actúa la gracia de Dios, la revelación, toda la economía de salvación. No hay otro. No hay hombre natural. Incluso puede decirse que la naturaleza m ism a no existe: es una especie de pre-concepto que nos sirve de armazón para llegar al concepto de sobrenaturaleza, Y la sobrenaturaleza está en el hombre sustancialmente destruida por el
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