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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 75 sustancialm ente cristocéntrica es del todo evidente. No será nece­ sario decir que, para San Lorenzo, la regeneración, la justificación, la deificación del hombre caído se hace en Cristo, por su acción y presencia sobrenatural en nosotros. Respecto a la glorificación en Cristo, Hombre-Dios, recogemos to ­ davía una idea de San Lorenzo: Cristo es presentado en más de una ocasión como «autor de la gloria». Esta fórmu la tiene, desde luego, el sentido de que Cristo nos merece l a gloria y que Dios nos la da a todos los hombres en atención a sus méritos. Pero también este otro, en que la referencia cristocéntrica de nuestra felicidad celeste se pone m ás de m a n ifie sto : «Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre es el objeto de nuestra bienaventuranza» (94). Cristo, aún como H om ­ bre, entra a formar parte de la gloria objetiva de los santos. Pues Dios, para hacer feliz al hombre en toda su integridad espiritual y corporal, quiso El m ismo hacerse Hombre, para que el espíritu h u ­ m ano fuese feliz con la visión de la Divinidad y nuestra carne h u ­ mana lo fuese en la visión de la Human idad de Cristo (95). 2.— Lucha en torno al ’hombre cristiano”. El luteranismo, como todo sistema o movim iento religioso, no pue­ de ser primordialmente antropocén trico; pero lleva implicada una nueva concepción del hombre en la m isma concepción de Dios, que es su punto de partida. La idea germinal, el primer principio del lu ­ teranismo es su ’teopantismo”: Dios lo es y lo hace todo. El está alejado totalmen te de lo creado. Lo «santo» de Dios no se comunica ni se puede comunicar a la creatura. Frente a Dios sólo puede pre­ sentarse y mantenerse lo que es Dios u obra del mismo Dios. Este concepto de Dios es la auténtica fuerza que mueve todo el sistema luterano y el abismo que le separa de la concepción católica. Este concepto de Dios lleva en seguida a una peculiar concep­ ción luterana del hombre. Incluso podemos decir que esta nueva con ­ cepción del hombre constituye el aspecto de la doctrina luterana que, desde el primer momento, se hizo más popu lar; el que hirió la sensibilidad de los contemporáneos en form a más estridente y la que originó la más fuerte reacción en el ambiente cultural hum a ­ nístico y entre los católicos. No queremos empequeñecer el fenómeno religioso de la Reforma (94) «Christus verus Deus et verus homo obiectum est beatitudinis nostrae». Dominicana, Op. omnia V ili, p. 424. (95) «U t enim totum hom inem beatificaret, Deus ipse voluit fieri homo, ut in visione D ivinitatis beatificaretur spiritus et in visione humanitatis caro» Ibid., p. 425.

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