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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 61 él un hombre realmente lleno de «espíritu satánico» (74). Por fuerte que nos parezca este retrato que San Lorenzo hace de Lutero, no lo era para la sensibilidad de aquellos tiempos acostumbrada a polém i­ cas violentísimas, donde las frases groseras, brutales, el lenguaje p la ­ gado de apelativos «diabólicos», se hab ía hecho corriente. El mismo Lutero fue extremoso aun para su tiempo. San Lorenzo creyó necesa­ rio disculpar un poco su lenguaje fuerte contra los protestantes (75). Igualm ente, la «h potiposis» de Lutero tan cargada de rasgos h irien ­ tes, ten ía para San Lorenzo una justificación en el «celo apostólico» que debía ponerse en la lucha contra la herejía. Además era una verdadera necesidad, en la situación en que se encontraba el pueblo cristiano de A leman ia, despojar a Lutero, en forma implacable y vio­ lenta, del nimbo de mesianismo con que era presentado y descubrir ante el pueblo cristiano su auténtica personalidad : Lutero es un « he­ reje » . Carece de todo sentido el querer ver en él n ingún enviado de Dios, ningún profeta para predicar la vuelta al genuino Evangelio (76). También se detiene largamente San Lorenzo en dibujar «el re­ trato», la hipoteposis de la Iglesia luterana. Nada hay en la Iglesia fundada y reformada por Lutero que lleve los rasgos característicos de la verdadera Iglesia de Dios. En efecto : a) La verdadera Iglesia de Dios es una sociedad visible, que se m a ­ n ifiesta al mundo como auténtica Iglesia de Cristo por su unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. Sobre todo por estar fundada sobre Pedro. Pero en la Iglesia de Lutero no encontramos n inguna de estas características esenciales a la Iglesia de Dios. b) La Iglesia de Cristo debe poseer íntegra y sin deformaciones la «doctrina de salvación». Pero precisamente Lutero la deforma en puntos del todo esenciales. La primera deformación esencial proviene de su teoría de la Biblia como única norma de fe, con absoluto re­ pudio de la Tradición. Con este procedimiento dogmas, prácticas y normas de vida cristiana quedan excluidos de la Iglesia. Y los m ismos principios doctrinales que son admitidos, quedan desvirtuados, in ­ ciertos y privados de su auténtico sentido divino y sobrenatural desde el mom ento en que las verdades religiosas que contiene la Escri­ tura son dejadas a la libre interpretación privada. Y a más en con - (74) San Lorenzo presenta a Lutero lleno de todos los «espíritus del mal», sobre todo en el II-2, pp. 210-305. San Lorenzo se inspira mucho en la obra del controversista católico P isto riu s, Anatomia Lutheri. Cfr. C. de S olesin o, L’Apo­ logetica di S. Lor. da Brindisi, pp. 179-189. (75) Hypotiposis, voi. II-l, pp. 30-34. (76) El tema de que Lutero carece de toda «m isión» o «vocación» divina se repite continuamente. Cfr., sobre todo, II-l, pp. 62-134.

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