PS_NyG_1960v007n001p0031_0116

54 T E M A S F U N D A M E N T A L E S E N L A T E O L O G IA . mamento de la verdad, sustenta la autoridad de la sagrada Escri­ tura. «No estimamos menos cargada de autoridad la Palabra de Dios escrita por el Espíritu del Dios vivo en el corazón de la Iglesia, que la que ha sido escrita con tinta en los libros. Por eso no es lo escrito lo que da autoridad a la Biblia, sino la fe de la Iglesia y la Palabra escrita en el corazón de la Iglesia. E lla es la que da autoridad a la Palabra escrita en los libros» (60).. Esta idea de la superioridad de la Tradición sobre la Escritura merece un desarrollo algo más amplio. La Biblia, la Palabra de Dios escrita, nunca h a sido necesaria para la salvación ; en cambio sí lo h a sido la «tradición» de verda­ des reveladas no escritas: Los patriarcas (haciendo un recorrido por la H istoria de Salud), no tuvieron Escritura para recibir las verda­ des de salvación (61). La m isma Biblia no propone — como sería necesario hacerlo— esta afirmación tan transcendental de la sola Biblia como norm a única de fe : En el A. T. el Deuteronomio manda acudir a los sacerdotes para resolver las dudas que surjan sobre la interpretación y sen ­ tido de la Ley. No pretende resolverlas la sola Ley escrita. En los Actos, 15, cuando hubo aquellas difíciles e importantes discusiones sobre el alcance de la Ley en la nueva econom ía de salvación, se reunió el Concilio para ver lo que decía el Magisterio vivo de la Iglesia, de los Apóstoles y jerarcas de la Comunidad. Allí se resolvió la cuestión sin invocar la autoridad de la Biblia, por la autoridad de los Apóstoles y de Pedro en especial (62). Pablo mismo, a quien se compara Lutero con demasiada facilidad, cuando reci­ bió la gracia de la conversión y las revelaciones y experiencias pro­ fundas sobre la economía de salvación y el «misterio de Cristo» ; sobre la justificación por sola la fe en Cristo — sin obras de la Ley an ­ tigua— , se fue a los Apóstoles, a la Iglesia, para hacerles jueces de las m ismas verdades que él hab ía recibido por revelación de Je­ sucristo: no sea que se lanzara a correr en vano (63). (60) «Scimus, nec inficiamur Scripturam sanctam rite intellectam esse nor- mam et regulam rectissimam veritatis, sed non sola... Ecclesia enim, quae colum ­ na est et firmam entum veritatis sustentât auctoritatem Sacrarum Litterarum .... Non enim minoris auctoritatis existimamus verbum Dei scriptum Spiritu Dei vivi in Ecclesiae corde, quam scriptum atramento in códice. Ñeque enim atramentum in papyro dat verbo Dei auctoritatem , sed fides Ecclesiae, et verbum Dei scriptum in códice non nisi a verbo Dei scripto in corde suam habet auctoritatem ». II-2, pp. 356-357; cfr. ibid., pp. 369-70; p. 72. (61) II-2, p. 360. (62) Ibid,., pp. 363-364.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz