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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 5=) la regla de fe cristiana, cierta e infalible norma de la creencia (56). Los testimonios de Lutero en este sentido son numerosos y claros. La Escritura está sobre el Papa, sobre las enseñanzas de Agustín, Pablo, Lutero; sobre los m ismos ángeles. Los santos Padres y la Ig le sia pueden errar: sola la Biblia es infalible. Y para entender el sentido genuino de la Biblia nada de intermediarios hum ano s: cada uno de los creyentes, leyendo la Biblia, siente inm ediata y personal mente la voz de Dios. Por consiguiente, tan to en el orden de los dogmas o creencias, como en el de las costumbres hay que eliminar de la Iglesia todo lo que no esté claramente expresado en la Biblia, A. T. y N. T . : verdades dogmáticas, cánones y leyes de la Iglesia, prácticas religiosas que han venido haciéndose tradicionales (57). La doctrina católica en este punto la expone San Lorenzo en do ble fo rm a : negativa, polemizando contra Lutero y rechazando di rectamente sus afirmaciones. Y luego positivamente, determinando en concreto la función que la Biblia tiene en el seno de la Iglesia ca tólica. Para m an tener sus afirmaciones sobre las relaciones entre la Biblia y la Iglesia, Lutero no tiene otro recurso que apoyarse en la Biblia m ism a : es decir, debe demostrar que, según el testimonio ex preso de la Biblia, ella m isma es la norma única y suficiente de la creencia y del vivir cristiano. Pero la verdad es lo contrario: en ninguna parte de la Biblia se dice — y menos en la forma clara que postulan los luteranos— , que no se haya de creer más que lo que se contiene expresamente en la m isma sagrada Escritura (58). Además, los m ismos luteranos son poco fieles a este principio de sola la Escritura; ya que ellos, al lado de la Biblia, admiten como norma de fe los cuatro primeros concilios ecuménicos; y pos teriormente la Confesión de Ausburgo y otras «Confesiones» propias de la Reform a (59). Los católicos sabemos y a firm am os con toda seguridad que la B i blia es norma de fe, pero no ella sola, sino sostenida por la T rad i ción eclesiástica: la Biblia tiene valor religioso y es norma de cre encia y de vida en la medida en que la Iglesia propone su auténtico sentido divino y sobrenatural. Ella, la Iglesia, como columna y fir - (56) «Nihil omnino credendum esse quod non sit in Sacra Scriptura manifeste expressum ; sclam Scripturam esse veram fidei christianae regulam, certissimam et infallibilem credendi normam », II-2, p. 350. (57) Ibid., pp. 351; 353; 354. (58) «Nullibi enim scriptum in Sacris Littsris reperitur nihil aliud credendum esse, nisi quod scriptum in Divinis Voluminibus est. Quare sententia ista seipsam interim it et enecat». Ibid., p. 355. (59) II-2, pp. 356-57.
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