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S IX T O M A R IA DE PE SQ U E R A , O. F . M . CA P. 18! tierro de varios obispos, por su lealtad y obediencia «al rey de España». Lo cual viene a acrecentar la orfandad en que se encuentran varias de aquellas diócesis, muchas ya vacantes por defunción de sus pre­ lados. Y para remate, se llega por algunos de estos nuevos gobiernos a decretar la expulsión de los beneméritos, misioneros, por la única culpa de no ser nativos de aquellas tierras, sin detenerse ante la deuda inmensa de gratitud a que son acreedores por las instituciones creadas y las obras de engrandecimiento que allí han efectuado y sos­ tienen en marcha. No podían por menor tan recias y desgarrantes sacudidas de producir la caída por tierra de los ubérrimos frutos que sostenían las ramas frondosas del árbol del catolicismo en aquellos dominios. Y el veto posterior a la entrada de nuevos sacerdotes y religiosos de países extranjeros, dejaba aquellos verjeles primaverales de fe y de santidad, expuestos a agostarse y convertirse en tierras yermas e in­ fecundas por ausencia de manos para su cultivo y explotación. Pre­ tender recoger bellas flores de vocación sacerdotal en atmósfera tan fría y tan de helado invierno, resultaba pura quimera. La escarcha del indiferentismo y la degradación de las conductas quemaba en flor todo brote. Las cristiandades estaban sin pastores y los semina­ rios, incautados o vacíos. El desarrollo próspero de aquellas diócesis y parroquias que, hasta el alborear del diecinueve, habían llegado a un nivel casi paralelo; al de la vida religiosa y cultural de los católicos de Europa, comiení-i za, a partir de esta fecha, a ofrecer el reverso: la impresión déli estacionamiento y disolución. Se había producido la génesis y siguió; en desarrollo alarmante, la grave crisis de vocaciones sacerdotales rere Hispanoamérica. o sí> .SCB1! Y Culm inantes decisiones de Roma ante el problem a : JI90J3?. a) El Colegio Pío Latino Am ericano. Aziaim La Iglesia sufría intensamente, pero no se arredraba por esíá í:fvé¿ jaciones. El fracaso, por tantos reveses e infortunios, no sec¡cgfñió mortalmente sobre ella. Curtida por persecuciones y luchas secula­ res, sabe adaptarse en cada hora y elegir en cualquier momento la táctica que inedefectiblemente la lleva al triunfo. " £-r;U Si el clima de América había dejado de ser propicio para el cimiento y desarrollo de vocaciones sacerdotales, n o 'por-eáffíhábíáá' de dejarse marchitar las flores. Se imponía el-deber dertrasplántaríás a latitudes más cálidas. Y se escogió la misma Roma iconio punto de aclimatación, como sede de un núevo reentre £dé;>fcúltúra ceelesiás® tica, para atender a la formacióh y? Selección!:-d%'chantos, sóriúñdoíj

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