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180 P R O B LEM A S A C TU A L E S DEL C A T O L IC ISM O .. que llegan del viejo continente, portando el signo masónico; al cons­ tituirse, en enjambre de repúblicas independientes, lo que hasta la fecha habia sido rico engarce de perlas en la corona de un reino progresivo y pacífico; es claro que tal ambiente nuevo, con su sé­ quito de convulsiones múltiples y hasta de guerras civiles prolon­ gadas, 110 podía resultar favorable al despliegue de la obra humani­ taria y culta que se venía efectuando por la mejora de los nativos y en pro de la conversión de indios aún no civilizados, y que vege­ taban en bosques impenetrables o junto al cauce de ríos poco acce­ sibles. No era tampoco la nueva situación muy propicia al desarrollo ya alcanzado por la Iglesia, ni al reclutamiento y formación de su clero hasta entonces bastante numeroso. Y es en esta metamorfosis cuando aparecen los primeros síntomas del terrible mal, que va agra­ vándose con el avance de los años, hasta constituir un legado de infortunios, una malhadada herencia, que recibe nuestro siglo x x : la penuria de clero en el mundo de la hispanidad. Tal es la data que es obligatorio constatar. Pues, la rutura de re­ laciones de dichas colonias con la metrópoli produjo el hecho de ir quedando vacantes no sólo las diócesis sino las parroquias, y sin per­ sonal que ocupase tales puestos. Porque era Madrid, en virtud del Real Patronato, la llamada a designar los sacerdotes y obispos, me­ diante nombramiento o presentación del rey. Y el abismo se ensancha todavía más con la desarticulación, que acaece poco más tarde, de aquellos pueblos jóvenes con la misma Roma, a impulsos de las ideas del josefinismo y de los métodos de la convención que, galopando sobre las aguas, del inmenso mar, arribaban a los puertos de Sudamérica para perturbar las cabezas de no pocos de sus hombres rectores. Se origina así una política liberal, de patrioterismo más que de auténtico patriotismo, que usurpa poderes que no le corresponden, como el de gobernar en lo civil y en lo eclesiástico y ejercer su­ premacía en lo temporal y en lo sobrenatural, hasta caer en el secta­ rismo de dictar decretos en contra y por encima de la misma auto­ ridad del Papa, único y legítimo poder supremo en el reino del es­ píritu. Del absolutismo en teoría se vino a caer, como sucede siem­ pre, en el despotismo real con todas las ruinas y trituración de va­ lores éticos y sociales que tales hechos representan. Gobiernos posteriores, ultraliberales y masónicos, hacen más in - viable la situación. Comienzan por despojar a las iglesias de sus bienes con el pretexto de atender a fines más urgentes; se incautan de los mejores edificios religiosos y se apoderan de las llaves de los semi­ narios con el artilugio de exigencias patrióticas, y todo, ¡en nombre de la libertad! ; y prosiguen en su anticlericalismo ordenando el des

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