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S IX T O M A R IA DE PE SQ U E RA , O. F . M . CAP. m trasformarlos en tierra de promisión para las doctrinas luteranas y errores calvinistas Y no podemos tampoco dejar de traer a cita el arribo de masas incontables de emigrantes, el caso de los que sueñan con riquezas y se embarcan para ir en busca de la fortuna, y sólo conocen un ca­ mino: el que lleva a América, el país del ensueño y de los tesoros infinitos (3). La asistencia espiritual a tan numerosa y heterogénea población como, de continuo, allí llega; la diferenciación de credos y de aspiraciones, — son gentes que les acucia el ansia del dinero y no se preocupan de lo espiritual— , los inconvenientes de la lengua y de la educación recibida o del medio en que se han formado junto con la penuria de sacerdotes que existe en los centros urbanos de toda América, hace que prácticamente sean multitudes de almas a las que apenas se las puede surtir de lo más indispensable para el espíritu, como son los Sacramentos. Y esta dificultad queda aún engrosada por el coeficiente de la misma población autóctona que cada día, en mayor número, deja los medios rurales y marcha con rumbo a las grandes urbes para establecerse en tugurios suburbanos. Así como por el índice de natalidad, en el Nuevo Continente, uno de los mayores de todo el universo. La escasez de clero, problema capital para el v i­ vir católico de Iberoamérica Pero el más pavoroso y apremiante problema para el catolicismo en las dilatadas regiones descubiertas por Colón y otros nautas hispanos y portugueses, es el de la penuria de sacerdotes che uno y otro clero. Y éste es el de apremio más urgente y el que demanda inmediata solución. Pues, con los que hoy allí trabajan, dada su escasez, no pueden emprenderse nuevas campañas de expansión y de conquista; ni apenas es posible mantener, sin quebranto en las propias filas, las metas ya logradas durante casi cinco siglos de catolicismo en tan ricas y vastas latitudes. Esto hoy ya nadie lo ignora. Es un hecho palmario y evidente. (3) Para darse idea de lo que esto representa, baste citar que sólo en 1910 —y no habla los medios de com unicación que h oy existen— , se desplazaron de Europa con rumbo a América, 1.830,000 emigrantes. Y España, sin ser un país que lleve la palma en esto, en sólo el período 1946-1957, total once años, ha dado al Nuevo Mundo, según el Instituto Español de Em igración, 519,611 de sus h ijo s: correspondiendo la cifra más alta a Argentina, que recibió 214,174 españoles. Y sólo en Caracas, la colonia española es actualmente de 177,218 emigrantes, de las más diversas profesiones: 9.000 comerciantes, 4.000 cocineros, 57 arquitectos, 910 pintores, 213 químicos, 20 filósofos... 12

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