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1 7 6 P R O B L E M A S A C TU A LE S DEL C A T O L IC ISM O .. el vivir... Son lacras que abundan tanto como la hierba. En no pocos Colegios pudimos comprobar que, aunque dotados de buen material pedagógico y construidos con todas las exigencias arquitectónicas en materia, de enseñanza, al socaire del respeto para todas las ideas, se proponía a los alumnos teorías tan geniales y peregrinas como la de que «lo que interesa es el disfrute del cuerpo», porque es «en el hombre lo principal». «Lo demás, ni se ve, ni sabemos si existe...». Y esto sin eufemismo de ningún tono y sin temor a las represalias o sanción debida por parte de la autoridad competente; y dicho y re­ petido ante centenares de muchachos y chicas de 16 a 22 años. El neutralismo en la enseñanza es allí, como en todas partes, error tras error en la teoría, y libertinaje de las más degradantes pasiones, en la conducta. Lo que la fe puede llegar a alcanzar en jovenzuelos y señoritas, así formados; y sin sacerdotes, y con profesores tan «listos», puede fácilmente calcularse, así como los grandes beneficios que de esto puedan seguirse para la nación y para la misma sociedad (¡? ). Y son, por desgracia, estas mismas organizaciones laicizantes las que cuentan con más dólares y más medios para facilitar a los jó ­ venes, de centros superiores y hasta de la misma Universidad, viajes gratuitos por el extranjero, bolsas de estudios; y les proveen de lo necesario para su estancia en otros países — hasta a Rusia mandan no pocos, con todos los gastos pagados— . Y allí en un ambiente de despreocupación religiosa y de desenfreno moral, sin control auto- ritativo de nadie, y sin recato de nada, regresan ordinariamente, a sus patrias, transcurrido el plazo, con la pérdida de la fe en la ma­ yoría de los casos, o imbuidos de indiferentismo glacial para las cre­ encias, que viene a ser prácticamente lo mismo. Se calcula en más de 12.000 los jóvenes que, en tales circunstancias, salen cada año sólo para Estados Unidos. Y lo que esto representa de balance negativo, a corto plazo, para la verdad revelada, no hay que calcularlo única­ mente por el sumando de jóvenes excursionistas sino por la influen­ cia y preponderancia que, en un mañana próximo, a su retorno, han de ejercer desde las esferas directivas de la sociedad, en sus respectivos países. Este elenco de necesidades apremiantes en el orden espiritual po­ dría aún llenar más páginas. Pero lo reducido del espacio nos fuerza a la concisión; si bien es necesario anotar, como enemigo número uno ahora para la fe de aquellas gentes, las ideas ateas y de burdo materialismo que los prosélitos del marxismo y comunismo están infiltrando por todos los rincones de Iberoamérica con un tesón y técnica propagandística digna de mejor causa. Y casi a la par corre el dinero protestante que ofrecen múltiples sectas en su afán cla­ sista de hurtar a Roma estos territorios, secularmente católicos, y

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