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S IX T O MARIA DE PESQUERA, O. F. M . CAP. 187 sionesplenarias, queseteníanpor lamañana, comoenlasparciales de las comisiones, que se celebrabanpor la tarde. Todo ello enun ambientedeauténticocenáculoydeincesanteactividad. La encuesta sobre la escasez del clero ocupaba, en todo, la pri­ macía. De las siete comisiones creadas, la primera, articulada en otras tres subcomisiones, estaba enteramente consagrada al proble­ ma del clero nacional y no nacional, a los religiosos y religiosas y alosquedebíanser losmejores auxiliaresdelossacerdotes: el apos­ toladodelosseglares, dequetantanecesidadsienteHispanoamérica. Ysobreestemismotemaseexpresabayaasí lacartadel Papa: ”En nuestra consideración se mezcla incesantemente una an­ gustiosa congoja, al no ver todavía resueltos los graves y siem­ pre crecientes problemas de la Iglesia en la América Latina, so­ bre todo aquel que, con angustia y voces de alarma, ha sido justamente denunciado como el más grave y peligroso y que aún no ha recibido cumplida solución: la insuficiencia del clero. ...Esta insuficiencia de clero secular y regular, que se nota hoy más aguda y más grave, en relación con los tiempos pa­ sados, por la crecida mole de los problemas apostólicos de la Iglesia, impide, o, al menos, retarda para los pueblos de la Amé­ rica Latina, tan queridos para Nos, la consecución en el plano religioso de aquellos progresos que están felizmente realizando en no pocos otros campos” . Ydespués deseñalar laoportunidadde laAsambleaepisco­ pal «paraproceder al estudiode losproblemas yde losmedios más aptos para resolverlos con aquellaprontitudy perfección que las necesidades reclaman», —sonpalabras textuales de las letras apostólicas—, el Papa continúa: «Estamos seguros de que, realizando el programapropuestopara la conferencia, los celosos y dignísimos Prelados pararán su atención en las for­ masmás idóneasymás eficacesparasuscitar, cultivarydifun­ dir, cada día, más numerosas vocaciones para el estado ecle­ siásticoyreligiosoentre loshijos deesas tierras; paraformar, como conviene, santos y bienpreparados ministros de Dios y de laIglesia; para tutelar, aúnenmediodepeligrosyde ten­ taciones, el espíritu eclesiástico que debe distinguir a quien está llamado aejercer el sagradoministerio, a findeque, so­ bre todo, se alimente cadavezmás este espíritu, desuerte que todalavidadel sacerdote, enlacontinuaygenerosapreocupa-

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