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164 C R IS T IA N IS M O Y CU LTU R AS HUM AN AS protestante el mensaje divino de Jesús, hace un gran servicio a la causa sagrada del Maestro. Nuestra discrepancia con el teólogo se inicia cuando éste empieza a hablar de «opposition fondamentale » entre Cristianismo y meta física griega. ¿Es que cabe oposición fundamental entre la verdad y la verdad revelada? ¿No es Dios igualmente el hontanar límpido de una y otra? El problema de las relaciones entre el Cristianismo y la filosofía se prospecta en una falsa luz desde el momento en que se empieza a hablar de « opposition fundamentales, como hace O. Cullmann. Una oposición fundamental entre Cristianismo y filosofía impli caría uno de los dos términos de este dilema: o que la metafísica griega es constitutivamente un error, lo cual nadie ha probado ni probará, o que el Cristianismo renuncia, desde su frontis, a concor darse con las verdades de razón natural, lo cual es más grave todavía. Y , sin embargo, hacia esto último se desliza el pensamiento de O. Cullmann. Bien significativo es que volviendo a actitudes de pri mera hora en el mundo protestante (13), repruebe toda otra consi deración sobre Cristo que no sea la meramente soteriológica : «Es preciso, escribe, atenerse a la definición de Melanchton: no hay otro conocimiento de Cristo que el de su obra de salvación». Hasta el es tudio de las dos naturalezas en Cristo, tan actual hoy día en los me dios teológicos católicos, es para O. Cullmann antibíblico si no se efectúa exclusivamente a la luz de la historia de la redención (14). ¡Qué lejanía respecto del lema agustino-anselmisno, «fides quaerens intellectum» , semilla vivificante de los mejores días del pensamiento cristiano ! Esta tendencia anti-filosófica la subraya igualmente cuando afir ma que, para comprender cómo los primeros cristianos se representa ban la eternidad, es necesario pensar «de la maniere la moins phi- losophique posible» (15). Pertenece a los exégetas determinar el m a tiz que toma la palabra « eternidad » en los escritos del Nuevo Testa mento. Lo que nos parece obviamente claro es que una concepción recta de la misma no puede estar en desacuerdo con el pensamiento bíblico. ¿Es que la «interminabilis vitae tota simul et perfecta pos- sesio», fórmula en la que Boecio densifica siglos de pensar cristiano,. (13) En nota recuerda las charadas tan significativas de Calvino y Lutero. A la pregunta que hacía D ios en su «reposo» antes de la creación, el primero respondía que estaba haciendo el infierno para los preguntones importunos. El segundo decía que se había ido al bosque a cortar varas con que vapulearlos. O. c., p. 45. (14) O. c„ p. 91. (15) O. c., p. 45. El subrayado es del mismo O. Cullmann.
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