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F E L IC IA N O DE V E N T O S A , O. F . M . CAP. 169 O. Cullmann no hace ninguna alusión al influjo que el Derecho Romano ha ejercido en la legislación canónica. En todo caso, cuando oigamos los ataques que por este lado sostiene actualmente la Iglesia Católica, ya podemos sospechar fundadamente cuáles sean los prin cipios teológicos y culturales en que este ataque se funda. Son los mismos que propugna O. Cullmann. Sin embargo, es una muestra más del vitalismo cristiano. Si fue muy quién para asimilar la me tafísica griega, no lo ha sido menos con relación al Derecho Roma no. Lo que en las iglesias desidentes y en algún filósofo de la h is toria y de la cultura — v. gr., en N. Berdiaeffe— es una mundani- zación de la Iglesia Católica, una concesión servil a estructuras de masiado humanas, constituye, innegablemente, una apología de su verdad y una manifestación de su grandeza, según la iluminada y conocida frase del filósofo español X . Zubiri (22). Con esta objección contra la Iglesia Católica por su mundanidad cultural, se halla ligado otro gran tema que la obra de O. Cullmann expone y que es el último que vamos a estudiar en esta nota. Nos referimos a su doctrina político-social. En conexión con los principios teológicos ya expuestos anterior mente, O. Cullmann se preocupa del mundo en cuanto dice relación a la obra redentora de Cristo. El mundo en su integridad está llamado a ser «regnum Christh (23). Por ello, la Iglesia debe interesarse por los problemas de aquí abajo, pero tan sólo en cuanto se relacionan con la redención y salvación. El cristocentrismo absorbe íntegramen te toda la problemática que al cristiano presenta la realidad y cir cunstancia en la que está inmerso. De lo cual se concluye que toda otra preocupación debe carecer de significación y de interés para el cristiano. En nota alude a las declaraciones que K. Barth hizo con motivo de los sucesos de 1938 a 1945. Conocemos estas declaraciones en España donde han hallado eco y comentario (24). Ante el na - cional-socialismo K. Barth aconsejó la resistencia en nombre del evangelio. «La Iglesia no puede sino caer deshecha o ser raída en el universo de los Hitlers y de los Mussolinis», escribió en 1938 al jefe husita de Checoeslovaquia, M. Hromadka. Cuando años más tar de ,1a guerra fría entre las democracias y el comunismo, quiso uti- (22) «La metafísica griega, el derecho romano y la religión de Israel (dejando de lado su origen y destino divinos), son los tres productos más gigantescos del espíritu humano. E l haberlos absorbido en una unidad radical y transcendente, constituye una de las manifestaciones históricas más espléndidas de las posibili dades internas del Cristianismo». Naturaleza, Historia, Dios. Madrid, 1944, p. 19. (23) Para todo este apartado véase en la o. c„ p. 132-136. (24) Conversac. Catól. Internacionales de San Sebastián. Documentos, n. 9, p. 37 y ss.
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