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DONATO DE M O N L E R A S , O. F . M . CAP. 157 subrayado incisivamente, de manera explícita y bien significativa, la resonancia del espíritu franciscano en nuestro mundo. Pío X II, excepcional testigo de la hora actual e inspirador de esa ingente tarea apostólica del mundo nuevo, nos ha legado con­ signas áureas, definitivas. «El mundo tiene urgente necesidad del espíritu íranciscano, de la visión franciscana de la vida» (18). Casi al comienzo de su pontificado, coincidiendo de manera precisa con las líneas maestras de su programa ulterior de acción incitando a la renovación cristiana de la humanidad, afirmaba categóricamente: «Los hombres de nuestro tiem po necesitan apóstoles com o San Fran ­ cisco: es decir, apóstoles entregados plena y absolutamente a Dios; apóstoles que, viviendo de verdad simple y pobremente y buscan­ do no su propio interés sino el de Jesucristo y las almas, sean para todos ejemplo y especialmente atraigan a sí a los pobres y despre­ ciados; apóstoles rebosantes de inmensa paciencia para con los en­ fermos; apóstoles, en fin, encendidos en esa purísima caridad hacia todos que San Pablo bellísimamente describe y canta» (19). Estas ideas de Pío X II son un esbozo, un admirable preanuncio de los programas generales del Movimiento por un Mundo Mejor y de los más concretos de la FAC. Posteriormente, en diversas ocasiones, sobre todo refiriéndose a las posibilidades apostólicas de la Tercera Orden Franciscana, como fermento providencial de vida evangélica para un mundo restaurado en Cristo, el mismo Pió X II glosó idéntico pensamiento: «Jamás c o ­ m o en nuestra época ha aparecido más oportuno dar testim on io fr en ­ te al mundo del sublime ideal de fervor, desprend im ien to y pura Caridad de que fu e m en sa jero, en un tiempo, el Pobrecillo de ¿sis». En otra ocasión, analizando las circunstancias históricas de la épo­ ca de San Francisco, pone de relieve la eficacia del mensaje de Pobrecillo de Asís, pone de relieve la eficacia del mensaje de la Tercera Orden con su espíritu de fe, pobreza, mortificación, y, sobre todo, caridad, «necesario urgentemente no sólo para la paz, fe ­ licidad y prosperidad de la sociedad de hoy sino también, en cierto modo, para su misma existencia» y que ha sido el móvil y la razón de éxito de toda la acción social de la gloriosa historia franciscana. Consiguientemente, a la vista de las necesidades más apremiantes del mundo actual y teniendo en cuenta esa específica caracterís­ tica del vivir seráfico, abierto cordialménte a toda creatura, alienta así a los hijos de San Francisco a tomar parte en la gran campaña (18) Cf. Tertius Ordo, 6 (1945), 45; 17 (1956)7 133. (19) Cf. Analecta Ordinis Fratrum Minorum, 58 (1939), 188.

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