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152 ” f a c ” , m u n d o m e j o r y s a n f r a n c i s c o es explicable que los ojos se vuelvan a El, el único que puede sal­ varnos. «Sin plena conciencia de ello, la humanidad espera un en­ cuentro con Jesús. Muchos se disponen a volver a El, aún entre los que han abandonado la casa paterna y viven actualmente alejados». En una palabra: Hemos fracasado sin Dios y ahora, afortunadamen­ te, Dios vuelve. O, cuando menos, muchos experimentan la necesi­ dad de su retorno. La era que se acerca es «la era de Jesús». Y aquí tiene su explicación la nueva estructura tan anhelada, en sentido verdaderamente cristiano, de la época que se avecina. «La Iglesia, cuando pregona un mundo diverso y mejor, piensa en una sociedad que tenga por base y fundamento a Jesucristo con su doctrina, sus ejemplos, su redención» (5). No otro es el espíritu y el sentido exacto del movimiento de la PAC. «Comunicarnos nuevamente con Jesús vivo, meditar profun­ damente en su divina y a la vez humanísima personalidad y creer sinceramente en E l... Urge una batalla sin cuartel en la moviliza­ ción de todos los buenos por un Cristianismo genuino que nos de­ vuelva a Jesús» (6). A un Jesús íntegro, sin recortes ni adaptaciones que lo mediaticen, humano y divino a un tiempo, plenamente reden­ tor, inspirador del pensar y vivir de nuestro mundo. Sólo así, ce­ diendo de verdad a El el puesto que usurpan tantos falsos y aprove­ chados rectores de los hombres, será factible ese decisivo mejora­ miento cristiano, individual y social, que tantos, sin plena concien­ cia de ello, ansiosamente esperan. Evangelio y vida. El punto de cita para ese presentido encuentro de los hombres con Jesús no puede ser otro que el de las puras fuentes de su vida y su doctrina. Una lógica consecuencia, pues, se impone: «La hora pre­ sente es verdaderamente la hora del Evangelio, después que han fra­ casado o están a punto de fracasar sistemas y doctrinas que han querido prescindir de Dios». La vuelta al mensaje de Jesús, al ge­ nuino espíritu de su Buena Nueva, no sólo responde perfectamente — como señaló Pío X II— a la índole y propensión de nuestra edad, sino que es la única garantía que puede asegurar la convivencia pacífica y la fecunda colaboración de los pueblos. Sobre todo en el grave problema de la cuestión social, frente a (5) Lombardi, S. J„ Pío X II por un mundo mejor, p. 277, n. 116: p. 468, n. 277; p. 482-483 n. 290; Idem, Por un mundo nuevo, p. 60; Idem, Appunti per un mondo migiore, p. 8 , X ; AAS.19 (9 (1952), 9 ss.; Ibid., 22 (1955), 723 \Ibid., 23 (1956), 30. ( 6 ) A r n a b o l d i , 1. c., p. 91, 128.

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