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C A R L O S DE V IL L A P A D IE R N A , O. F. M . CA P. 1 4 3 Pero para que esto sea así, se requiere que los sacerdotes y predi cadores sepan hacer sentir a los fieles todo el calor sobrenatural de la palabra divina, y que. en las catequesis la Biblia no sea una co lección de ejemplos que ilustren la catequesis, sino la catequesis mis ma. La Biblia debe ser la sustancia de las conferencias catequísticas, debidamente explicada, adaptada e ilustrada. Esto no quiere decir que Biblia y catequesis deban identificarse y confundirse. La Biblia no. es fuente próxima de f e ; el cristiano recibe la fe de la Iglesia. No se trata de sustituir la enseñanza catequética por la enseñanza bíblica. Sin embargo, experiencias realizadas en va rios centros de Francia demuestran que la enseñanza del catecismo a los niños, con vistas a la renovación de las promesas del bautis mo, se hace mucho más fructuosa cuando ha sido precedida de un contacto prolongado, religioso y cordial con el texto mismo de la Es critura, ya en la familia, ya a través de la función litúrgica. Y es precisamente que antes de todo contacto con las nociones elaboradas intelectualmente, los niños están más dispuestos para percibir las formas del pensamiento inspirado encerrado en gestos, en persona jes, en escenas plásticas, en descripciones sencillas y asequibles... Poder educador de la Biblia. En Francia, donde los problemas religiosos se sienten más angus tiosamente que en otros países y donde las experiencias apostólicas van a la vanguardia siempre, dándonos ejemplo de espíritu de traba jo y de inquietud misionera, se han hecho también experiencias muy útiles en el campo de la catequesis bíblica que pueden servirnos de orientación y de estímulo. «El problema fundamental es éste — dice H. Lubienska de Len- val— ¿cómo ingeniarse para lograr que la Biblia sea amada? Para que la Biblia sea amada hay que seguir la Liturgia de la cual recibi mos la Palabra de Dios». Y Lubienska cuenta así sus experiencias: el primer paso consiste en poner a los alumnos en contacto directo con el texto sagrado, para ello hay que arrinconar las acomodaciones y elaboraciones literarias de las llamadas «historias sagradas», que resumen los libros de la Biblia, y hay que atenerse estrictamente a los métodos de la Liturgia; leer a lo largo del año los textos sagra dos que presenta la Liturgia y aprender de memoria versículos de los Salmos, cualesquiera que sea la edad de los alumnos. Y luego, acompañar la recitación litúrgica de gran solemnidad: compostura, gestos, cánticos, etc. Un segundo paso, consecuencia del primero, y que constituye la tarea primordial del educador, consiste en hacer vivir a los alumnos, en la presencia de Dios, lo que no se enseña con pa
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