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142 B IB L IA Y C A TE C ISM O supina en muchas ocasiones de cuantos problemas afectan al Libro Sagrado, y en otras ocasiones, una dejadez que pasma. Nuestra hora es la hora de los congresos, de los coloquios, de las semanas y cursillos; y yo pregunto, ¿en estas organizaciones, tan lau dables y oportunas, no tendrían cabida semanas, cursillos, congresos de catequesis bíblica en los que se informase y orientase a los pre dicadores y catequistas acerca de ios resultados de la exégesis y el modo de hacer una catequesis más humana, más eficaz, más en con formidad con la tradición de la Iglesia y con las peculiares caracte rísticas de la mentalidad del oyente? 2) Otras veces he aludido (5) a la utilidad y necesidad de revi sar y adaptar los métodos pedagógicos de educación y formación cristianas, dando a la Biblia, a la Palabra de Dios, valedera para to das las coyunturas y circunstancias de la humana existencia, una función más relevante y eficaz. Los catecismos, admirables compendios de Teología, carecen fre cuentemente de intuición y adaptación pedagógicas. El niño se limi ta a repetir maquinalmente, casi inconscientemente, unos términos raros, unas afirmaciones doctas que no entiende y que no puede en tender por mucho que se esfuerce; y así el niño gasta unas energías preciosas inútilmente, que podría emplear en la asimilación de ali mentos más digeribles. «Estos catecismos no copian nada de los mé todos del Dios de Israel, hablando a Moisés desde la zarza encendida o desde el Sinaí, y aun menos de los métodos del Dios de Oseas, sos teniendo a su hijo y enseñándole a andar» (6). La propaganda en favor de un retorno a la Escritura en la ense ñanza catequística halla fácil justificación. Todos sabemos cómo la preparación remota y próxima de los catecúmenos consistía funda mentalmente en leerles la Escritura, comentando y vivificando esta lectura para introducirlos en la economía sacramental. Es indiscutible el resurgimiento litúrgico en el mundo católico; el pueblo participa más activa, más gozosa y conscientemente de la li turgia de la Iglesia. Esto implica necesariamente un mayor conoci miento de la Biblia, puesto que el Libro Sagrado constituye el meollo de lecciones, oraciones y antífonas... De aquí que las funciones litúr gicas, tanto las sencillas como las más solemnes y espectaculares, sean fuente de información bíblica y estimulen necesariamente a la adquisición de un conocimiento más profundo, más vivido del Texto Sagrado. (5) C a r l o s de V il la pa d ie r n a , Pro/orística de los Nuevos Avances Exegéticos, en Naturaleza y Gracia, 3 (1956) 5-23. ( 6 ) Ibld., pág. 14.
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