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140 B IB L IA Y C A TE C ISM O Biblia con un conocimiento mayor? ¿Dónde están los libros de vul­ garización y los catecismos bíblicos? No cabe duda que en este as­ pecto hay un gran vacío en la enseñanza religiosa y en la literatura bíblica. Frente a la gran proliferación de otras naciones, Bélgica y Francia, por ejemplo, nuestra aportación ha sido raquítica y bochor­ nosamente escasa (2). En el Primer Congreso Internacional Católico de Ciencias Bíbli­ cas, celebrado en Bruselas (25-30 agosto de 1958) Monseñor A -M . Charue, obispo de Namur, en su discurso inaugural, «Lo que la Igle­ sia espera de los exégetas», recuerda y advierte que los exégetas de­ ben entregarse en cuerpo y alma a la investigación científica publi­ cando comentarios, léxicos, monografías, teologías bíblicas... Pero la Iglesia espera también de los ex ég eta s que la ayudan en su misión pastoral. La Iglesia quiere — dice el obispo — que los especialistas consientan en divulgar los fru tos de sus trabajos» (3). Lo que nece­ sita el mundo católico, principalmente en nuestra Patria, son vulga- rizadores, predicadores capaces de poner al alcance del pueblo cris­ tiano, sin tecnicismos doctos e inaccesibles, los resultados no sólo más seguros sino más ricos en doctrina. Esto exige un trabajo de equipo entre exégetas que investiguen y fijen el sentido verdadero de los textos según las normas de la hermenéutica cristiana; teólogos que perfilen y acomoden las nociones teológicas inseparables de una ver­ dadera interpretación bíblica; y predicadores que transmitan de un modo acorde con la psicología, las necesidades y la mentalidad del pueblo fiel, los resultados de la investigación exegética. Conviene citar aquí la frase hiriente, pero exacta de Louis Bou- yer (4 ): «Para realizar un «movimiento bíblico» no basta con distri­ buir Biblias a los católicos como panecillos a los animales del zooló­ gico». Hay que persuadirse de que ningún camino es corto para «comprender» la Biblia y hacérsela comprender a los demás. La Bi­ blia no puede enseñarse en cursillos intensivos ni con métodos tan decantados para aprender idiomas sin esforzarse y alegremente, «Le français sans peine», o «el inglés en diez días». La Biblia es un libro extraordinario y singular que no puede catalogarse en ninguna co­ lección literaria porque es un libro superior y único. La Biblia es «libro de Dios y libro del hombre», según la acertada definición de Weber, obispo de Estrasburgo. De aquí proviene la riqueza insondable (2) F r a n s e n , D o m I r e n e : Vers un Renouveau Biblique de la Catéchese, en Bible et Vie chrétienne, 9 (1955) 95 ss. Da un elenco' selecto de obras de cate- quesis bíblica. Y desde entonces se han multiplicado. (3) C a r l o s de V il la pa d ie r n a , Crónica Cultural, en Naturaleza y Gracia, 5 (1958) 295. (4) Où en est le mouvement biblique, en Bible et Vie Chrétienne, 13 (1956) 21.

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