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152 D EM O G R A FIA DE U N A PO B L A C IO N RU RAL trimento de la equilibrada representación de las otras clases de edad. La suma de los años vividos por todos estos muertos dividido por el número de defunciones, dan el número medio de años que ha vi­ vido cada uno de ellos como se ha advertido anteriormente. Pero conviene advertir que el nivel medio de mortalidad no es la expre­ sión exacta del nivel medio de vida de una población. Poblaciones con elevado nivel de natalidad y por lo mismo de posible mortalidad infantil, darian un nivel medio de vida muy bajo. Lo contrario ocu­ rriría en el caso opuesto. El índice bruto de mortalidad se obtiene del mismo modo que el de natalidad y es igualmente poco significativo. Las poblaciones don­ de la población activa esté numéricamente bien representada, ten­ drán un favorable índice de mortalidad, porque las defunciones sue­ len ser escasas en esos períodos de la vida humana. Poblaciones de machos niños y ancianos tendrán un índice de mortalidad excesiva­ mente elevado. El índice de natalidad y de mortalidad para pobla­ ciones sedentarias suelen ser paralelos, de modo que un elevado ín ­ dice de mortalidad influye en el descenso de la natalidad. Y viceversa siempre que la gente no se decida por la emigración. El índice bruto de mortalidad en Villoría es muy bajo desde al­ gunas décadas. Para el 1956, el índice bruto es de 9, 4 por 1.000 ha ­ bitantes. Esto se explica por la acumulación de la población en las edades menos sujetas a la mortalidad, que es de los 15 a los 35 años. El índice de mortalidad de Villoría está algo por encima de la m e­ dia total de provincias en España que es de 8, 94. E incluso algo por encima de Salamanca, que tiene un índice de 8, 72 por cada mil habitantes. En la misma población de Villoría el índice bruto de mortalidad desciende considerablemente desde 47, 5 en el año 1885 (42, 1 para el 1910, 23 para el 1920, 14,4 para el 1940), hasta el 7 por 1.000 en el año 1950, que es el índice más bajo registrado en esa población. La medida de la mortalidad puede partir de la correlación del total de defunciones con el grupo inicial de una generación en las diversas épocas a medida qu,e se va extinguiendo. Este es el aspecto dinámico en que se considera la mortalidad en su proceso histórico. Se puede fijar un coeficiente de mortalidad para las diversas edades de la existencia humana, según el peligro de muerte que existe en cada una de ellas. Y de esta situación se pasa a establecer una ten­ dencia constante que afecte proporcionalmente a una generación en cada época de la vida humana. Esto es lo que pretende la tabla de mortalidad. La tabla de mortalidad es un «modelo típico ideal», que considera la extinción de una generación proyectada desde su principio sobre los peligros o probabilidades de mortalidad que existen para

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