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JO A Q U IN DE E N C IN A S , O. F . M . CAP. 129 Según las tablas de vida elaboradas sobre el censo de 1930 en Esta­ dos Un idos las diferencias entre la mortalidad en ambientes rurales y urbanos son dignas de tenerse en cuenta. La esperanza de vida para hombres y mujeres en zonas industriales está por debajo de la media nacional, mientras en el ambiente rural, tomado en conjunto, supera a la media nacional. Hay que descartar aquellas regiones en que por circunstancias especiales, v. gr., por sus excelentes condiciones climáticas son el refugio de los enfermos, de sanatorios, etc., porque en este caso las tablas de vida pueden inducir a error. Tenidos en cuenta todos los factores puede establecerse como norma que el am ­ biente rural es más favorable para la vida que el ambiente urbano. Esto hace pensar en algunas razones de carácter innato propias y diferenciativas del campo. Sorokin y Zimmerman han enumerado los siguientes factores: 1) densidad más baja en la población campe­ sina, hecho importante cuando se trata de enfermedades contagio­ sas; 2) mayor integridad de la familia rural y el especial cuidado que la madre tiene de los hijos en la familia rural; 3) el trabajo a campo abierto de la población rural, que le asegura aire fresco, y ple­ no ejercicio físico en el desarrollo de las tareas del campo; 4) la ecua­ nimidad de ánimo en la vida rural, y 5) una mejor adaptación del organismo humano a su medio ambiente en contraposición al am ­ biente artificial en que se desarrolla la vida de ciudad. 1) Medida estadística de la mortalidad. La medida estadística de la mortalidad se extiende a su mag­ nitud en un momento dado y al proceso de la mortalidad. La estadís­ tica puede darnos la disposición preponderante de mortalidad en el período de estudio, y nos permite atisbar también la tendencia de las variaciones y las variaciones a corto período de la mortalidad. Este proceso de la mortalidad tiene su importancia para la deducción de la energía vital de un pueblo y para la fijación de la «esperanza de vida específica», para los diversos grupos de edades. La clasificación de las defunciones por años o por períodos de años nos da la figura 15 que nos ofrece una visión intuitiva del des­ censo de mortalidad en las últimas décadas. Anteriormente se hizo una comparación gráfica entre la mortalidad y la natalidad y se llegaba al mismo resultado. La mortalidad se ha reducido a cifras insospechadas a partir de 1915. Pese a las revueltas y a la intran­ quilidad política, España ha_ tenido a principios de siglo un período de bienestar material relativo. Pero sobre todo la medicina intro­ duce por este tiempo mejoras sanitarias que son probablemente las que han limitado ese subido tributo a la muerte. A juzgar por las 9

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