PS_NyG_1959v006n010p0093_0138

1 2 8 D EM O G R A FIA DE UNA PO B L A C IO N RURAL Y estos pudieran en la actualidad tener menos influjo como conse­ cuencia de una mayor dispersión de la vida, más facilidades de dis­ tracción y viajes, más movimiento en los negocios, y menos intimi­ dad familiar. D) LA MORTALIDAD. En los países civilizados la mortalidad ha descendido desde hace más de un siglo en proporciones difícilmente imaginables. La vida media de los hombres ha llegado a duplicarse pasando de los 28 a los 70 años en el curso de centuria y media. Este sorprendente re­ sultado ha sido en buena parte obra de la medicina, y sobre todo de la medicina quirúrquica. La medicina ha combatido eficazmente los elementos patógenos del cuerpo humano y ha evitado enfermedades de modo preventivo. Menos eficaz se ha mostrado con ciertas enfer­ medades biológicas como son el cáncer o las enfermedades de corazón Pero también en este terreno se están llegando a resultados satis­ factorios. Como consecuencia de estos adelantos médicos parece poder con­ cluirse que todas las razas y todas las clases de hombres son iguales ante la muerte. Los mismos factores de clima y la situación geo­ gráfica parece tener menos influjo en la salud humana de lo que se creía habitualmente. Claro está es innegable el influjo de ciertos factores externos, pero pueden contrarrestarse de modo eficaz con las debidas precauciones. Descartado el decisivo influjo de estos agen­ tes externos como causa exclusiva de las variaciones en la mortali­ dad hay que pensar en fenómenos que podrían llamarse, de modo global, sociales. La falta de alimentación, la escasez de abrigo, la deficiencia de cuidados médicos en caso de enfermedad, la falta de higiene en la vivienda hacen incluso más sensible la mortalidad en aquellos climas más difíciles. La mortalidad infantil, tan elevada en los trópicos, tiene entre la población rica e instruida un nivel tan bajo como en el resto del mundo. Siendo las desigualdades ante la muerte preferentemente sociales el criterio para medir la mortalidad debería responder a la estruc­ tura social de una comunidad dada. Pero este método reviste difi­ cultades insuperables. La imprecisión de muchas actividades, las espe­ ciales condiciones en que se desarrollan, la selección natural o im ­ puesta del personal para determinados oficios harían los resultados poco fidedignos. Los estudios realizados en este sentido, aún proce­ diendo globalmente la comparación entre barrios ricos y pobres, en­ cierra por necesidad puntos débiles y discutibles. Más clara es la limitación entre la población urbana y la rural.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz