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JOAQUIN DE ENCINAS, O. F. M. CAP. 107 económ icos o, con m ás frecuen cia, morales. Conocido es el caso de la s so lteronas como consecuencia de un a ju v en tud asendereada. T am ­ bién conviene ten er en cu en ta que los m atrim on io s sin h ijo s figu ran co n jun tam en te con los so lita rio s. Lo s m a trim on io s sin h ijo s son igualm en te m ás fre cu en tes en la ciudad que en el ambien te ru ra l por cau sa s comúnm en te conocidas. L a s c irc u n s ta n c ia s de los trab a jo s ag ríco las exigen la compañ ía de u n a so lícita m u je r. E l hombre tiene que desp lazarse a l campo m ie n tra s la m u je r queda como am a de casa. L a p a rtic ip a c ión de la m u je r en el con jun to de la producción ag ríco la es considerable. Lo s a n im a le s domésticos exigen tam b ién su cuidado y con tribuyen al so sten im ien to de la fam ilia . Y sobre todo, la s ta re a s dom ésticas en su ca si in con tab le va riedad de m atice s, re c lam an la p re sen cia de la m u je r. E l elevado número de «solteros» o so lita rio s en la población r u r a l españo la, es la con secuencia de un a d isgregación fam ilia r. E n la d istribución de la s ag rupaciones por edades se advierte c la ram e n ­ te este elevado núm ero de «solitarios» o de m a trim on io s sin h ijo s en la edad que hemos denom inado de la vejez. E sto no supone in fe c u n ­ didad m a trim o n ia l, sino m ás bien el hecho sicológico de que los a n ­ ciano s p re fie ren la independencia de su hogar a la conv iven cia con los h ijo s casados. E x iste un re frá n español que pide «casa p a ra el casado». E l con tra ste es m ás m an ifie sto al com pa rar el número de fam ilia s dobles de la población r u ra l a lem an a con la españo la. A p a r­ te del ind iv-dualism o de la población españo la puede in flu ir el de­ recho he red ita rio . E n A lem an ia el primogénito recibe el «patrimonio fam ilia r» y en la m a yo ría de los casos, los pad res tienen n e c e sa ria ­ mente que conv iv ir con el h ijo que con trae m a trim on io cuando los pad res se en cu en tran todavía en un a época de m adu rez. L a s itu a ­ ción económ ica del lab rado r castellano es bastan te d istin ta . E l es­ poso joven , h ijo de p rop ie tario , empieza ca si por la cond ición de jo rn a le ro al servicio de la ca sa p a te rn a . L a au tonom ía económ ica sigue en la s m anos p a te rn a s h a s ta la d istribución del «patrimonio fam ilia r» con la m uerte de los pad res o h a s ta la cesión de bienes, que suele o cu rrir en la vejez. E sto pud iera exp lica r la contraposición en tre la e stru ctu ra de la población ru ra l a lem an a y e sp año la ; la p rim e ra con el 34 % de fam ilia s dobles (2 F ), re fle ja u n a composi­ ción de la población favorable a la con tinu idad de dos generaciones, al a fian zam ien to de la s trad icione s fam ilia re s, a la conv iven cia fe ­ cund a de abuelos y nietos. E l elevado número de «solitarios» o de m a trim on io s sin h ijo s, típico de la población ru ra l españo la, es con ­ se cu en cia de facto re s sicológicos y biológicos. A l apun ta rse la vejez el m ayo r número de «solitarios» es fá c il suponer que se tr a ta de los restos de la p a u la tin a disgregación fam ilia r.

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