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sación de que Ortega carece de sistema es equivoca, si no falsa. Su filosofía es perfectam ente sistemática, aunque no está expuesta en form a sistemática. Me explicaré con una comparación . Supongamos que alguien nos entrega las piezas necesarias para armar un reloj. Esas piezas no nos las dan articuladas unas con otras, y en ese sentido no hay reloj. Pero es imposible que uno construya las piezas con las que se puede hacer un reloj si antes no lo ha pensado com o totalidad y con la más escrupulosa precisión. Redondeando ahora la parábola, digamos que el reloj es el sistema y que un filóso fo no deja de ser sistemático porque nos haya dejado las piezas del reloj que ha construido cada una por su lado. Al fin y al cabo, los gran ­ des escolásticos, hasta Suárez, no ensamblaron ningún sistema de metafísica y todos ellos tienen su sistema bien definido. 5 0 EL PERSPECTIVISMO , ¿E S UN RELA TIV ISM O ? APORIA DE LA HISTORICIDAD Hemos d icho hace un momento que el nudo del problema sólo podrá soltarse si previamente ponemos en claro lo que significan esos caracteres de historicidad, perspectiva, no-absolutismo con que define Ortega la verdad y que han dado pie a que se le haya clasificado de relativista. Vamos a empezar esclareciendo lo que entendemos hoy por historicidad en filosofía. Aunque en los ambientes escolásticos todavía se la mira con recelo, cuando no con abierta hostilidad, es algo ya insoslayable para el que intente ponerse en claro lo que hoy intenta la filosofía. Ha sido un tom ista quien ha escrito estas p a ­ labras: «El sentido del devenir, o más exactamente de la dimen­ sión histórica de las cosas — pues no hay sinonim ia entre ambas expresiones— es seguramente el rasgo más característico de nues­ tro tiempo. Penetra tan profundam ente el humanismo actual que podemos decir, sin exageración, que lo define» (10). Es fácil con fu n ­ dir la h istoricidad con otros conceptos más o menos afines, p. ej., con el de fugacidad de las cosas. Tampoco podemos iden tificarlo con el de «devenir», que se nos presenta de ordinario con un color m a rca ­ damente naturalista, más o menos próximo a un cierto biologismo. Nuestro siglo ha marcado un rumbo que parte del naturalismo y se dirige a un personalismo a veces quizá ultraespiritualista. R e ­ cordemos, el análisis del concepto actual de h istoria en relación con el vigente en el siglo pasado. En el siglo x i x se concib ió la superviven­ cia del pasado com o evolución biológica ba jo el signo del biologismo ( 10) D on d ey n e, A lb e r t : Les problèmes philosophiques soulevés dans l’Encycli­ que "Humani Generis”, en Révue philosophique de Louvain, 49 (1951) 17.

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