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GABRIEL DE SOTIELLO, O. F. M. CAP. 85 p ien sa el nom ina lism o y empirism o de todos los tiempos. E x iste el orden e sen cia l, no pu ram en te concep tual, sino m etafísico . A nuestros conceptos un ive rsa le s corresponde algo rea l, efectivo, aunque el m o ­ do como eso re a l se da en la s cosas sea un modo sin g u la r y concreto. Y esto nos lle va a exponer, aunque sea en lín e a s generales, la doc­ tr in a e sco lá stica de la ab stracción , que es el proced im ien to m ed ian ­ te el cu a l nuestro en tend im ien to cap ta ese va lo r un iv e rsa l de la rea lidad . No se olvide que de eso venimos tra tando en este ya largo a rtícu lo : del valo r u n iv e rsa l, absoluto — o m eram en te relativo , s i el otro fu e ra imposible— de nuestro conocim iento. Y a observó Esco to que si en el mundo re a l sólo existe lo s in ­ g u la r y si en este de n ingún modo e stá lo u n iv e rsa l, tampoco h ab rá n ingún u n iv e rsa l con fundam en to en la cosa y en tonces h a de sa­ parecido la c ie n cia ( 6 8 ). T a n to la escuela e sco tista como la tom ista adm iten un p a ra le lism o en tre nuestro s conceptos un ive rsa le s y lo de fin ib le de la cosa. E sto defin ib le, llam ado n a tu ra le za o esencia, es lo que cap ta nu e stra in te lig en cia a l ponerse en con tacto con la s cosas. L a ab stracción lo que h a ce a l tra sla d a r, d iríam o s, a l su jeto el contenido del objeto, es d a r a la e sencia la ca re n c ia in te rn a de con trad icción p a ra e sta r en m uchos, y a que, en cuan to está lib re de la s cond iciones concreta s, puede m uy bien ser referido a muchos. Esto cond iciona el va lo r un iv e rsa l de la c ie n cia — aquí nos re fe ri­ mos concretam en te a la filo so fía— pues la u n iv e rsa lid ad y n e ce si­ dad de nuestro s ju ic io s en cu en tra algo objetivo que responde en el orden ex isten cia l. E s la rea lid ad a m an e ra de un B an co que re s ­ ponde con su s fondos de la s inve rsiones que h a ce u n a en tidad c u a l­ quiera. E n la s cosas se da el u n iv e rsa l, no del m o d o como lo tenemos en la m en te ; pero sí se da en e lla s aquello que tenemos en la m ente, en n u e stra s ideas y ju ic io s un ive rsa le s. E s t á en e lla s lo d e fin i­ b le (69). Po r consigu ien te no hemos de conceb ir el u n iv e rsa l como u n a m era ab stracción a p a rtir de un a sem e jan za en tre los ind ividuos. «Coi-responde a un a rea lid ad que, en cuan to ta l, se reproduce id én ­ tic a en cad a ind ividuo . Pero tampoco existe lo un iv e rsa l fu e ra de los ind iv id uo s; m a n ifie s ta su to ta lidad exclu sivam en te dentro de la es­ p ecia lidad de cada uno» (70). Todo esto quiere decir que en la e sco lá stica adm itimos, fren te a los diversos p lano s de in te lig ib ilid ad por p a rte del su jeto cognos­ cen te, diversos p lano s p a ralelo s de rea lid ad m e ta físic a en el orden de los seres existentes. E l fundam en to ú ltim o de esa un idad está ( 68 ) D u n s E s c o t o : I I Ox., d. 3, q. 1. (69) M a n s e r : La esencia del tomismo (Madrid, 1947), p. 257-283. (70) B a l t h a s a r : La esencia de la verdad, p. 158.

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