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4 8 EL PERSPECTIV ISM O , ¿E S UN RELATIV ISMO ? sado expresamente los más allegados a Ortega. Julián Marías, c on ­ tinuador de la filosofía orteguiana y que se ha mostrado p lenam en ­ te convencido de la verdad del perspectivismo, rechaza la acusación de ser éste un relativismo. Recuerda Marías cóm o, siempre que el hombre se ha sentido h istórico, se ha producido un estado de des­ con fianza respecto de la verdad. El hombre con sentido h istórico se reconoce tan efímero com o aquéllos que le precedieron y esa calidad de ser hombre «de un día», la proyecta en todas sus cosas, incluso en la verdad, que se convierte en «su» verdad. Y el relativista, consecuente consigo mismo, se podría dar cuen ­ ta de que su verdad relativa, justamente por serlo, ya no le sirve. «Para que sea efectiva y realmente fía, para que me adhiera a ella y me sea apoyo, necesito que no sea mía, sino de las cosas. Tan p ron ­ to com o he reducido el rigor de una verdad a unas fronteras deter­ minadas, pierde automáticamente su vigencia dentro de esas mismas fronteras» (7). Y Paulino Garagorri, también discípulo de Ortega, escribe por su parte: «El historicismo, suele decirse, es la forma em inente y actual del relativismo. Y el pensam iento de Ortega, al afirmar que la es­ tructura de la vida humana o realidad radical tiene una consisten ­ cia histórica, que, por tanto, sólo la historia com o res gestae, como acontecim iento fijado, es lo que el hombre tiene de sólido y firme, adquiere una expresiva semejanza con ese historicismo al que se clasifica com o relativismo. Según vamos a ver, el pensam iento de Ortega consiste en una forma de h istoricismo la más radical ima­ ginable, pero hasta tal punto que se evade de él por su fondo, no eludiéndolo, y reconquista una nueva form a de conocim ien to que aspira a la plena verdad» (8). Lo que afirmó Ortega : El hecho de que los más cercanos al Maes­ tro, los que se precian de sustentar sus mismas teorías, no se hagan solidarios del relativismo y hasta nieguen que Ortega sea relativista, es ya una fuerte presunción de que el perspectivismo o historicismo orteguiano no implica un relativismo. Pero la presunción se crece si ahora encontramos que es el propio Ortega el que combate al rela ­ tivismo y lo hace, no de pasada, sino a propósito, esgrim iendo c on ­ tra él los mismos argumentos decisivos que empleamos trad iciona l­ mente los escolásticos. El relativismo, nos viene a decir, descon fía de encontrar la verdad, posición a que parece empujarnos la historia con su incesante cambio de opiniones acerca de un mismo asunto. Con ello «la» verdad deja de existir y tenemos que contentarnos (7) M arías, J u liá n : Introducción a la filosofía (M ad rid, 1947), p. 30. (8) G a r ig o r r i: Ortega (M adrid, 1958), p. 92.

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