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GABRIEL DE SOTIELLO, O. F. M. CAP. 79 fle ja r la s cosas, como el lago re fle ja los árboles de la o rilla . Toda in te rp re ta ción lleva consigo un presupuesto hum ano , algo que po­ ne el filósofo por su parte . A ho ra bien , d ich a s a sí la s cosas, sin u lterio res precisiones, no cabe duda que es verdad y todos los f i­ lósofos e stán de acuerdo con ello, si exceptuamos a los em p irista s, que por lo demás llevan tam b ién su bastón de m a risc a l en la mo­ c h ila cuando se ponen a filo so far. Siendo esto a sí, nos vemos ob li­ gados a p re c isa r lo que cad a «modo de pensar» apo rta como p re su ­ puesto an tefilo só fico . A ristó te le s presupuso estas dos c o s a s : que en los fenómenos sen sib les encon tram o s la au tén tica R e a lid ad y que es verdadero sin m ás el p rin cip io de con trad icción (50). P a ra A ristó te le s y los esco lásticos lo p rim ero que sabemos de u n a cosa es qu e e s, que es ente. E sto le parece a O rtega que no es flo jo s ín ­ tom a de que an te s de lleg a r a cad a cosa tra íam o s ya listo en noso­ tros el concepto de E n te y que, por lo tan to , no lo sacam o s de la cosa, n i de cad a u n a n i de la indu cción sobre m u cha s (51). E l otro g ran «modo de pensar» , el moderno que se in aug u ra con D e sca rtes, p a rte de presupuestos inversos. «Lo p rim ero que h a y que h a c e r es exonerar rad ica lm en te el valo r cognoscitivo de los s e n ti­ dos y poner en la p ico ta el p rin cip io de que pa rte el método a risto - té lico -e sco lá stico : Nada h a y en el in telecto que no h a y a estado an te s en los sentidos, lo cual tiene que ser revolcado en éste: Nada h a y de rea l con segu ridad en los sentidos m ás que lo que el in t e ­ lecto decida y ponga en ellos. A l sen sualism o de los esco lásticos su ­ cede el ra cio n a lism o (52). C la ro que no podemos segu ir el ra stro a estas ideas p a ra no ap a rta rn o s de nuestro cam ino . B a sta esa sum a ria y e sen cia l d e fi­ n ición de los dos modos clásico s de pen sar que h a s ta la fe ch a h a n acaparado la filo so fía occiden tal. Pero fren te a e lla pretende darnos Ortega su nueva On to log ía, y por consigu ien te tend rá que decirnos cu á le s son los p resupuestos de los que parte. Y ese presupuesto es sen cillam en te «la vida», la v id a de cada cu a l, que es el lug a r donde se dan todas la s demás realidades. E s «aquella rea lid ad p r im a r ia y p rim o rd ia l en que todas la s demás, s i h a n de sernos realidade s, tienen que apare ce r y, por tan to , tener en e lla su ra íz , o e sta r en ella arraigadas» (53). Y a no despegamos, siguiendo el sím il aereonáutico de O rtega, n i de la s cosas sen sib les n i de la co n cien cia p a ra la n ­ zarno s a filo so far, sino de la vida. Pues bien , a p a rtir de la v id a (50) Ibid., p. 259. (51) Ibid., p. 259. (52) Ibid., p. 284. (53) El hombre y la gente, p. 123.

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