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GABRIEL DE SOTIELLO, O. F. M. CAP. 77 de cir— que tenemos de ello conocim ien to estricto , de un a vez p a ra siempre válido» (46). Con esto creo hab e r expuesto con su ficien te cla rid ad y sin reh u ir la d ificu ltad , lo m ás p rin c ip a l, dentro del tem a que venimos tr a ta n ­ do, de la do ctrin a o rtegu ian a referen te a la verdad . S i, como v e re ­ mos a l reco rda r el concepto esco lástico de verdad , adm ite in te rp re ­ tacione s sin sa lirse de la m á s e stre ch a trad ició n , a nad ie debe e x tra ­ ñ a r que en O rtega encon trem os ese concepto ap licado en sentido, si no equívoco, pero de un a ana log ía sum am en te d ila tad a . Po r eso, a n ­ tes de se n te n c ia r, es n ecesario a tender a toda la obra ortegu iana, por en con tra rse d ispersa en e lla u n a do ctrin a filo só fica que busca todavía un a adecuada sistem a tización . L A S V E R D A D E S A B S T R A C T A S Cuando se quiere h a c e r ver que la h isto ric id ad de la verdad con ­ trad ice a la razón o a la experiencia , suele adu cirse ejemplos de verdades que son siem p re id én tica s, pero a b stra cta s. E s obvio que ta les verdades no estén del m ismo modo som etidas a la h isto ricid ad que lo e stán la s verdades concretas. Digo «de algún modo», porque en otro sen tido, en cuan to la verdad es fun ción en n u e stra vida, es tam b ién h istó rica . L a razón de la un ivo cidad de la s verdades ab stra c ta s es c la r a : esta s verdades m an ip u la n esquemas previos de la rea lid ad , se fija n en cierto s aspectos de la m ism a y eso exp lica que ese aspecto se le c ­ cionado, perdure inm u tab le a travé s del tiempo. Lo que h a ocurrido es que el sab er ab stracto se h a impuesto de un modo d icta to ria l. E n ello h a in flu ido el pen sam ien to griego, p a ra el cu a l lo sin g u la r y concreto quedaba relegado a la m era opinión, sin elevarse a c ie n cia o ep istem e . Pero h a y algo más. Toda verdad posee dos c a ra s, un a de e lla s m ira a l objeto y la o tra al su jeto . Pues bien, trad icion a lm en te h a in teresado en la filo so fía el lado objetivo y un a verdad resu ltaba su ficien te desde el momento en que lo que e lla enun ciab a co in cid ía con la realidad . Hoy preocupa el lado que m ira a l su jeto , a la fu n ­ ción que en él desempeña, que es la de ponernos en claro n u e stra situ a ción , o, como rep ite O rtega, en h a c e r que sepamos a qué a te ­ nerno s respecto de nu e stra situación . H a hab ido exageraciones por ambas pa rte s y h a s ta erro res m a n ifie sto s; pero n u e stra labor p re ­ sen te consiste en d e ja r a un lado la s extremosidades y los in n e ce sa (46) ib., p. 141.

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