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76 EL PERSPECTIVISMO, ¿ES UN RELATIVISMO? la co in cid en cia en tre el h a b la r sobre un a cosa y la cosa m ism a de que se h a b la ... Y cuando acep tamos la verdad de u n a fra se fu n d á n ­ d on os en que estamos viendo aquello m ismo que en el sentido de sus p a lab ra s estamos entendiendo, esa fra se es un a verdad eviden ­ te» (44). Nos parece e sta r escuchando a un esco lástico y, ta l como su en an la s p a lab ra s, cu a lqu ie ra de nosotros la s h a r ía su ya s sin in ­ conveniente n inguno . S in embargo, no h a y que p re cip ita rse . Y a v e ­ remos cómo la cosa no es tan c la ra . Adem ás inm ed ia tam en te o cu ­ r r ir á p en sa r que O rtega h a caído en flag ran te con trad icción . A n te ­ rio rm en te recogíamos u n a a firm a c ió n suya en la que negaba que se p ud ie ra co n tra sta r la verdad conocida con la cosa en sí. »No se pu e ­ de co n tra sta r un a idea como si fue ra un a moneda, golpeándola d i­ rectam en te co n tra la rea lidad como si fu e ra un a p ied ra de toque». A sí decía en p ág in a s precedentes. Y aquí a firm a que u n a fra se es verdade ra cuando podemos con fro n ta r lo que e lla dice con la s cosas m ism a s de que e lla dice. ¿No es esto a firm a r lo que p rim eram en te h a b ía negado? H a y m en talidade s c rític a s que fá cilm en te adm iten el que un pensador se h a y a con trad icho a s í m ismo in vo lun ta riam en te , in con scien tem en te. Yo , en cambio, p refie ro ago tar los textos b u sc a n ­ do un a co n cilia ción de los m ismos, pues opino que un pen sado r se ­ rio, llegado a la m adu rez, d ifícilm en te se con trad ice a sí m ismo sin darse cu en ta, y mucho menos en cuestiones fund am en ta le s de su sistem a. Po r eso yo no creo que O rtega aquí se con trad iga , sobre todo si tenemos en cu en ta que ambos textos son de la m adu rez filo ­ só fica del pensador. H a sta llega O rtega a conceb ir la verdad «formalmente», según la term ino log ía de la E s cu e la , en el sen tido de que p a ra que un a p ro ­ posición sea verdade ra no h a ce fa lta que ésta diga todo lo que h a y en la co sa ; b a sta con que h a y a en la cosa lo que en el ju ic io se a f ir ­ ma. «Pa ra reconocer con eviden cia la verdad de n u e stra s p ropo si­ ciones basta, por lo pronto, que todo lo pensado en e lla s se en cu e n ­ tre en la in tu ició n . E l que ésta, además, contenga otros elementos que no hemos querido o podido pen sa r, no a fe c ta a l sentido p r im a ­ rio de la verdad» (45). Y esta verdad que adqu irimos en la filo so fía es rigu ro sa verdad , que no adm ite «magis et m inus», porque no se tra ta de un a ap roxi­ m ación o de un a verdad basada en un mero cá lcu lo de p rob ab ilid a ­ des: «De todo lo que nos es p resen te con in tu ic ió n adecuada pode­ mos h a b la r con verdad rigo rosa y no m eram en te ap roxim ada — es (44) ibid., p. 133. (45) Ibid., p. 140.

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