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68 EL PERSPECTIVISMO, ¿ES UN RELATIVISMO? ocurre es que O rtega busca a veces dem asiadas re fu lg en cia s a su estilo y esto le pone en el d isparadero de de cir la s cosas en fo rm a cho can te. E s un recu rso paralelo al de la s p a rad o ja s un am u n ian a s. D O B L E PU N TO D E V IS T A V am o s a detenernos un momento p a ra h a c e r un brevísimo cotejo en tre la po stu ra o rtegu iana y la e sco lástica referen te a l modo de conceb ir el su jeto del conocim iento, dejando p a ra m ás adelan te un parangón m ás a fondo, en lo m ás su sta n c ia l del problema. A ristó te le s y los esco lásticos sab ían pe rfectam en te que en n u e s­ tro conocer proced íamos por tan teo s y que la verdad la íbamos con ­ quistando a fu e rza de penosos esfuerzos y de no pocas re c tific a c io ­ nes. E sto quiere de cir que la razón en cuan to fun ción h um an a , no e ra algo de fin itivam en te perfecto , sino en constan te p e rfe c c io n a ­ m iento. Po r su pa rte O rtega no igno ra, a l igual que los e sco lástico s, que la fun ción no crea el órgano y él m ismo nos h ab la de «facu ltades m en tales» , lo m ismo que los esco lásticos. ¿ E n qué se d ife ren cia s e n ­ tonces? Queda campo su ficien te p a ra se ñ a la r d isc re p a n c ia s: n i A ris ­ tóteles n i los esco lásticos poseyeron el sentido de la h isto ric id ad del conocim iento como lo poseemos hoy, por eso bien podemos a firm a r que su idea de la razón e ra ab so lu tista y la n u e stra h istó rica . C u a n ­ do dice, p. e j., O rtega que «nació ... la fu n c ión in te le c tu a l como la s demás p a ra subven ir a la existen cia o rg án ica, y se va desarro llando a l h ilo de la s u rg en cias vitales» (29), en cuan to im p lica un sentido h istó rico del conocim ien to in te le c tu a l, es nuevo ; pero en cuanto señ a la u n a fin a lid ad , no le hub ie ra sonado extraño a un filósofo del siglo x i i i . Que la especulación es p a ra la acción y en d e fin itiv a p a ra la v ida, como algo ordenado a ella, es do ctrin a co rrien te en toda la trad ición fra n c isca n a . Pero eso en nad a obsta a la acep tación de la razón como fa cu ltad prev iam en te poseída por el su jeto , a cond ición de no en tender ese adverbio en un sentido demasiado, inm ed iato . Toda ra d ic a l oposición en tre ambas po stu ras nos lle v a ría al d ivertido d ilem a de si lo s p á ­ ja ro s vu e lan porque tien en a la s o si tienen a la s p a ra vo lar. Y no es cosa de ponernos a d ilu c id a r tan a lta s cu estiones... Pero tam b ién d ifie re el modo ortegu iano de en tender la razón del de los esco lásticos, en que p a ra éstos, cuando la razón p regun ta qué es un a cosa, la respuesta h a de ser u n a de fin ición e s tá tic a : el (29) A ’’Historia de la filosofía” de Karl Worlander, VI, 293.

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