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tiv a de la rea lid ad , entonces no corresponde pe rfectam en te con ella. L a rea lid ad es u n a ; la s pe rspectiva s son m ú ltip le s, y, por tan to , el concepto rep re sen ta sólo un a pa rte , u n a porción de la rea lidad . A ho ­ r a b ien : el hecho de que el concepto re fle je ta l o cu a l p e rspectiva y no ta l o .cual o tra, ta l o cual fragm en to de la rea lid ad y no ta l o cu a l otro, depende exclu sivam en te del punto de v ista del espec­ tado r. E n sum a, volvemos a caer en el su je tiv ism o ... Puesto que la rea lid ad es abso lu ta — d ice— nuestro conocim ien to de e lla tend rá que se r re la tivo ... S i los conceptos nos pare cen hoy como p e rspe c­ tiva s de la rea lidad , es porque p a ra nosotros la rea lid ad no es algo absoluto, sino algo fundam en talm en te re la tivo ... U n a pe rspectiva no es, pues, un fragm en to , sino la cosa toda co locada en un sesgo de­ term inado» (28). Me he extendido en esta c ita porque la considero opo rtuna p a ra no cae r en un a in te rp re ta ció n de lo que es la p e rs­ pe ctiva demasiado sim p le, in te rp re ta ció n que lle v a ría al lecto r a c a ­ talogar a O rtega en tre los re la tiv ista s. 66 EL PERSPECTIVISMO, ¿ES UN RELATIVISMO? E L S U J E T O COMO RA ZON H IS T O R IC A No olvidemos que venimos tra tando de un problem a e sen cia lm en ­ te gnoseológico. E n lo que antecede he in ten tado poner en claro lo que entiendo por ob jeto ; cu á l es la rea lid ad de aquello que el su jeto conoce. A ho ra vamos a vo lvernos al su jeto con el fin de en ­ fo car el problem a desde este otro ángulo. N a tu ra lm en te , en parte no va a hab er m ás remedio que rozar los m ismos tem as de los p á ­ rra fo s an terio res. N u e stra situ a ción no es la m ism a que la del r e a ­ lismo antiguo , en el cu a l se pod ían e stud ia r por separado su jeto y objeto, dado que ambos ten ían su ser p e rfectam en te defin ido e in ­ dependiente y si se pon ían alguna vez en re la c ió n , ésta e ra a c c i­ dental. S i aho ra decimos que ambos son co rrelativo s, cad a uno de ellos tiene que e sta r em itiendo con tinu a s re fe ren cia s a l otro. Y sin m ás, p regun tam o s: ¿cu á l es el su jeto cognoscente? Po r de pronto, el hombre, y dentro del hombre sus sentidos y su in te lig en cia . Todo esto es elem en tal. S i dejamos los sen tidos a un lado, podemos m ás fá cilm en te cen tra rn o s en la razón. ¿Qué es la ra zón ? Y en este punto nos encon tram o s con dos m an e ra s d istin ta s de e n ten d e rla : la a risto té lica — en general la c lá sic a— y la que nos ofrece O rtega y G a sse t. E ste p resen ta en fo rm a llam a tiv a la d ive rg en c ia ; pero a m i parecer, sin necesidad de re cae r en un concordismo lleno de bue­ n a vo lun tad y falto de p recisión , se pueden m uy bien a co rta r la s (28) G a rcía M o re n te : E nsayos (M adrid, 1945), p. 52-53.

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