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GABRIEL DE SOTIELLO, O. F. M. CAP. 6ó ponde algo objetivo, aunque no sepamos qué es eso objetivo. L a s co ­ sa s en torno poseen toda e sa opu len cia de la s cua lidades se cund a ­ ria s , pero la s poseen en su co rre la ción con el su jeto . Como h a escrito agudam en te B a lth a s a r , «la reve lación del objeto no puede o cu rrir s i­ no en el ámbito del su jeto . Pue s a llí, exclu sivam en te, e stá p rep a rad a la luz creado ra que h a ce que en el objeto em e rjan posib ilidades que éste no puede desplegar po r s í m ismo, a sí como un a p la n ta no pue­ de de saro lla rse sin la lu z del so l... T a l árbo l n e ce sita del ámbito sensible p a ra desplegarse a llí a sí m ismo. D e svela su colorido en el in te rio r de un ojo que ve los colores, c ru je en un oído que e scu cha los sonidos, constituye el gusto p a rtic u la r de su s fru to s dentro de u n a boca e x trañ a que lo gu ste... Lo g ra su e sen cial rem ate sólo fu e ra de sí m ismo en el mundo de los su jeto s, den tro del cu a l se a c re c ie n ­ ta» (26). Hemos recobrado el mundo, nuestro para íso perd ido desde D e sca rte s y lo hemos reconqu istados en un estado m ás bello que el que te n ía an te s de su pérd ida. F e liz pé rd ida que nos h a llevado a un m ás valioso hallazgo . E sto es lo que qu ería d e cir p a ra d a r a en ­ tender lo que es el objeto según lo entiende la filo so fía pe rspe ctiv is- ta. Pasemos aho ra a o tra a v a n zad illa del p rob lem a: el m u n d o c om o creen cia . Hemos visto en qué sentido lo que llam am o s rea lid ad es u n a perspectiva. Pero h a y algo m á s: esa pe rspectiva es h istó rica . Qu iero de cir que el hombre no se en cu en tra con la s cosas como se encon tró Adán . Adán se vió obligado a poner el p rim ero un nombre a todo lo que h ab ía en su contorno. Con ello dió a cada cosa un a in te rp re ­ ta c ió n ; esas in te rp re ta cio n e s se h a n ido sucediendo y lo que noso­ tros encon tram o s an te nosotros, y que nos figu ram o s que es la r e a ­ lidad en sí, no es sino un a in te rp re ta ció n . L a p rueba de que esto es a sí la tenemos en el hecho de que, a través de la h isto ria , va camb iando lo que los hom b res op inan de la s cosas. P ién sese en lo que h a sign ificado u n a cosa ta n m o stren ca como un bosque en los diversos pueblos y épocas. R e a lid ad — y volvemos a lo que dejamos dicho m á s a rrib a— es aquello con que con tam o s; pero re su lta que aquello con que contamos es u n a de la s in te rp re ta cion e s que se h a n dado a la realidad . Nuestras c reen cia s «no nos aparecen n u n ca co­ mo opiniones personales n i co lectivas, n i un iv e rsa le s, sino la r e a li­ dad m ism a». E s te es el sen tido del perspectivismo h istó rico . De no ser a sí, nos en co n tra ríam o s siempre empezando, siem p re a l n ivel del hombre p rim itivo , dando vuelta s a la no ria y sin a v a n z a r un palmo h a c ia el futuro. (26) Von Balthasar: La esencia de la verdad, p. 56-57.

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