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GABRIEL DE S0TIELL0, O. F. M. CAP. 61 ciona abstracciones» . Debo ad e la n ta r que no estoy conforme con O rtega en su modo de conceb ir la ab stracción y su valo r objetivo. Pero esto lo exam inarem o s con menos p risa a su debido tiempo. Aunque suene a a rrog an cia , no es excesivo lo que dice nuestro filósofo a l p ro clam a r que este modo de p en sa r lleva a u n a refo rm a ra d ic a l de la filo so fía y de n u e stra sen sación cósm ica. E s ta nueva filo so fía pretende d e ja r como in servib le un a teo ría tan venerab le como la que supon ía que te n ía la realidad , a parte del su jeto que la con tem p la ra, un a fisonom ía propia. E sto lo h a sostenido el m ismo rela tivism o , que sigue im ag inándo se un «en sí», idén tico , que luego llega a l su jeto en visiones p a rc ia le s, to talm en te depend ientes del s u ­ je to recepto r. E so h a ce a l re la tiv ism o su je tiv ista , en tan to que el perspectivism o h a dejado d e fin itivam en te de ser su je tiv is ta : vo lve­ mos a la rea lid ad , aunque esa rea lid ad no co in cida del todo con la de la filo so fía an tigua . Se comprende que el P. R am íre z escriba de esta teo ría que n i re a lis ta s n i id ea lista s d a rán la razón a O rteg a ; esto es obvio, m ie n tra s re a lis ta s e id ea lista s p e rsistan en sostener sus po stu ras trad iciona le s. Eso fue lo que p retend ió O rtega. E l P . R a m í­ rez, buen conocedor de la filo so fía e sco lástica, sobre todo del tom is­ mo, observa que el realism o h istó rico no es un realism o separado de nuestro conocim iento, sino co rre la tivo a él, y c ita aquella s conocidas p a lab ra s del A ngé lico : «El conocim ien to que tiene todo cognoscente de la cosa conocida, no está en él según el modo de la cosa co­ nocida, sino según el modo del m ismo cognoscente» (25). E sto es verdad. Pero la co rre la tiv id ad de que se h ab la en el perspectivismo no es ésa. L a co rre la tiv id ad e sco lá stica a fe cta al objeto en cuanto e stá en el su jeto , pues aquél adquiere, adem ás del modo de se r que poseía, el del su jeto . Pero no se puede decir de e lla que sea un com ­ ponente de la rea lid ad , que es la co rre la tiv id ad de que se h a b la en la do ctrina pe rspe ctiv ista. Cu ando O rtega n iega a l realism o — a to ­ do realism o , sea el exagerado sea el moderado— el sentido de co­ rre la tiv id ad , se refie re , n a tu ra lm en te , a la defend ida por él, y no a cu a lqu ie r o tra, de la cu a l no le in te re sa ocuparse. No es que él desconociese que el realism o de P la tó n no era idén tico a l de San to Tom ás. E sto no h a y nad ie que lo ignore. (25) Ramírez : La filosofia de Ortega y Gasset, p. 199.

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