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5 6 EL PERSPECTIVISMO , ¿E S UN RELATIV ISMO ? imprecisa amplitud que tiene en el lenguaje cotidiano. Hasta ahora todo resulta sencillo. Pero lo que de pronto nos pone en guardia es que se nos diga que esas cosas no son algo ya fijo y estable, deter­ m inado en todo su ser. «No existe..., esa supuesta realidad inmuta­ ble y única con quien poder comparar los conten idos de las obras artísticas: hay tantas realidades com o puntos de vista. El punto de vista crea el panorama» (18). Quedémonos con la afirmación central de que hay tantas rea­ lidades com o puntos de vista. Esto quiere decir que la pluma de un ave, que nosotros teníamos por una realidad ún ica y plenamente determinada, resulta que no lo es. Hoy es cierto que podemos hacer con ella muy pocas cosas, pero hace unos siglos podía servir de instrumento para escribir o de adorno para ponerse sobre el som ­ brero. O sea, que esa pluma era una cosa u otra según el su jeto que la utilizara. De otra fo rm a : eso que llamamos pluma, ba jo un mismo fonema, designaba dos realidades perfectam ente distintas para el escritor y para el caballero. Claro que la ob jeción salta de p ron to : no, la realidad es una y ún ica ; lo que ocurre es que además de ser pluma, era ya un adorno ya un útil para escribir. Ser pluma era lo sustancial en ella y lo demás eran sólo empleos eventuales a que se la sometía. Pues bien, esta dificu ltad es ingenua. La pluma, en un caso y en otro, sigue exhibiendo la misma estructura, idénticos colores e igual peso; pero lo que esencialmente es, su sentido, su logos, eso ha cam ­ biado y el cambio ha dependido de la relación en que sucesivamen­ te ha entrado con diversos sujetos. Esto quiere decir que la pluma, en si, independientemente del sujeto, no es una realidad determ ina­ da — indeterm inada en cuanto realidad vital, no en cuanto cosa f í ­ sica, es obvio— . Existe independiente de mí, pero no es nada deter­ m inado sin mí. Es una potencialidad que espera de mí la realidad. Toda ob jección en contrario se fundamenta en este presupuesto: en él presupuesto de que la inteligibilidad de la cosa no necesita del su jeto para constituirse com o tal y sí sólo para pasar a estar en un sujeto, para ser entendida en acto. Es decir, que la cosa no se enriquece en nada al ser conocida por el su je to ; quien se enriquece es el sujeto, al conocer la cosa. Pero, com o digo, esto es precisamente lo que ahora traemos en litigio y por tanto, de lo que no podemos partir a priori o por ade­ lantado. , Tampoco se arguya con que por ese cam ino desembocamos en el idealismo, al menos en un idealismo de sign ificación . Esto acaso (18) Adán en el Paraíso, I, 475.

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