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10 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO en la fe y la adoración que se le exige. Incluso al hombre de nues­ tros días a fectado por la crisis de la idea de Dios. El es también el que más necesita oír con frecuencia predicar, en forma directa y expresa, sobre Dios y sus perfecciones, su providencia paternal para con los hombres. Solo así podemos ayudarle a superar la crisis de la fe en Dios en forma positiva: sugiriéndole una idea grande y rica sobre Dios y su com portam iento para con el hombre. B) H ab lem o s de D io s en fo rm a in te re sa n te . —Aún después de que hayamos convertido a Dios en tem a e xp reso y fre c u e n te de nuestra predicación , todavía debemos esforzarnos en que el tema de Dios resulte interesante para nuestros oyentes. El Dios de nuestro Men ­ saje debe aparecer respondiendo a los más hondas inquietudes re ­ ligiosas de nuestros contemporáneos, aún de aquellas que han sido sólo presentidas y que no han encontrado formu lación explícita. Dentro de estas «secretas» aspiraciones señalamos estas dos com o más destacadas: a) quieren ver purificada la figura excelsa de Dios del excesivo lastre de pequeñeces humanas con que ha sido presen ­ tada ; b) quieren encontrar al Dios vivo y personal: al Dios de Abra- ham , Isaac y Jacob, al Dios de Jesucristo ( ¡y e n Jesucristo!), con quien se pueda entablar d iá logo: preguntar y responder. La actual crisis de la idea de Dios, cuando sea superada en sen ­ tido positivo, nos habrá llevado a una idea de Dios más perfecta. Según señala certeramente el marxismo (y en general el ateísmo moderno), la idea de Dios, ha tenido que soportar demasiadas v e ­ ces el que a su sombra se sientan protegidas muchas miserias hum a ­ nas. Nada hiere tan to la sensibilidad del hombre moderno com o el ver que, ba jo la p rotección de Dios (y de los motivos religiosos en general), se quieran defender actitudes, comportam ientos, ideas y sentim ientos humanos, demasiado humanos. Los marxistas ob jetan que la religión ha sido aplicada com o «opio del pueblo», para ador­ mecerle y explotarlo, al mismo tiempo que se le inyecta una enga ­ ñosa sensación de bienester. La ob jeción puede tener índole general. Ten iendo en cuenta esta sensibilidad del hombre de nuestros dias, la realidad de Dios que hayamos de presentar en nuestra p re­ dicación ha de ser lo más espiritual y nítidamente re lig io s a que sea posible. Que nuestro Dios cristiano, nunca aparezca protegiendo a c­ titudes, comportam ientos, costumbres, instituciones y en general valores h um a n o s que en si mismos son inconsistentes, periclitados y hasta perjudiciales para la sociedad y el progreso humano. Muchos de esos valores son juzgados como «sagrados», y por tanto inviolables y protegidos por Dios. Pero, ¿hemos pensado realmente si el Dios de Jesucristo «consagra» con su favor tales valores? Vayamos a las Fuentes de la revelación a estudiar la idea de Dios en su expresión

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