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8 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO Así es com o el hombre queda del todo y radicalmente «deshuman i­ zado» por la religión. No recuperará su auténtico ser humano, su dignidad de hombre, hasta que una crítica rigurosa de la «ena jena ­ ción» religiosa le convenza de que, para el hombre, el ser supremo es el hombre mismo. C u a n d o el a te ísm o m a rx is ta d e sciend e a las masas su carácter práctico y positivo se acentúa intensamente, com o no podía ser m e ­ nos. La masa razona poco. Obra continuamente por motivos sen ti­ mentales, de orden muy con creto y personal. Así pues, el ateísmo de las masas está alejado de motivaciones racionales y, en la misma medida, se ofrece cargado de motivos emocionales, de sentim iento y de afectividad, casi diríamos de «motivos personales» con tra Dios. Se le achaca a Dios que su comportam iento con los proletarios ha sido «irritante». Y el Dios a quien acusan las masas, no es el Abso­ luto lejano, es Dios tal com o vive y está presente en el m undo: en los creyentes, en la Iglesia y sus ministros. Particularmente las m a ­ sas que anteriormente han sido cristianas, com o sucede en Europa, se refieren a Dios presente en la Iglesia. Y es a q u í, a través de la Iglesia, donde Dios ha mostrado su parcialidad y favoritism o por los ricos y en contra de los proletarios... La tesis del ateísmo dogmático en boca del pueblo, no es n ingu ­ na convicción cien tífica ; es una afirmación voluntariosa, cargada de afectividad negativa, que muchas veces podríamos traducir así: ¡no queremos que exista Dios! O tam bién : un Dios com o ese, no quere­ mos saber nada de E l!... Podría ayudarnos a entender esta actitud sicológica el fenóm eno corriente de la «aversión» a una persona: una persona que se ha com portado mal con nosotros la «ignora ­ mos» del tod o ; ¡no queremos saber nada de e lla !... ¡Esa persona para mí ya no ex iste !... Y es porque tal persona la hemos mandado a vivir lejos del círculo de nuestro interés, de nuestra amistad, lejos de nuestra vida en una palabra. Así han hecho las masas marxistas con D ios: en vista de su «mal comportam iento» con los proletarios, estos le declaran a Dios inexistente, le «ignoran» en absoluto. 2.— Cóm o -proponer n u e s tro M e n sa je c ris tia n o sobre D ios. Surge en seguida el problema de cóm o proponer nuestro Mensaje cristiano sobre Dios frente a unos hombres y a un ambiente influ ido y, en parte, dom inado por el ateísmo marxista. La actitud frente a Dios anteriormente descrita se man ifiesta en form a destacada en los marxistas; pero todo nuestro ambiente cultural, a través de mú l­ tiples hendiduras, está recibiendo el impacto de la in fluencia m a r­ xista. Indicamos a continuación algunas ideas que pueden orientar

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