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42 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO pias energías. Todas las posibilidades de nuestro espíritu encuen tran en la asistencia de Dios su completo desarrollo. B) Jesucristo, el « Dios-con-nosotrosQ . — Continuamente hemos insistido en señalar que los rasgos «personales» del Dios de la reve lación, tiene su man ifestación más nítida, logran la precisión de lo sensible y tangible en Jesucristo. También esta nueva característica « Yo-soy-con tigo » recibe su complemento en Jesucristo, Dios-Hombre verdadero. En un m om ento cumbre del AT. Dios es llamada «emmanuel— «D ios-con -nosotros». Al realizarse la encarnación san Mateo testifica que entonces, al aparecer Jesús en el mundo, es cuando Dios se revela plenamente com o «D ios-con -nosotros», Jesús es el Emmanuel (18). También el prólogo de san Juan culm ina en esta idea : «El Verbo se hizo carne y fijó su morada entre nosotros». Según san Juan, esta venida del Verbo a convivir con nosotros, no es más que la cu lm ina ción de un proceso que se inició desde la eternidad. Desde el p rin cipió vivía el Verbo en el seno del Padre y en el Verbo ten ían vida todas las cosas; y todas las cosas fueron llamadas desde la nada al ser por el Verbo y finalmente el Verbo vino y «fijó su morada entre nosotros». La Palabra de Dios que estaba con el hombre desde el princip io de su creación para darle el ser y guiarle según los planes divinos; la Sabiduría que creó el universo y asistió al Pueblo elegido y al hombre justo en todos sus cam inos, dejó, de ser una realidad inv i sible y adquiere talla, tangibilidad y figura humana en el Verbo en carnado, Jesucristo. La presentación de Jesús como «Dios con -nosotros», puede h a cerse ba jo múltiples aspectos. Jesucristo es el « Dios-con -nosotros » durante todos los días de vida terrenal «en que entraba y salía con nosotros el Señor Jesús». Ulteriormente Jesús prolonga su presen cia, se sigue revelando com o «D ios-con -nosotros», en la Iglesia, c o n tinuación m ística, pero real, de Jesucristo. La Iglesia continúa la presencia eficien te de Cristo por el ejercicio de su poder docente y santificador. Sobre todo por la perennidad del Sa crificio de la Misa y de la presencia sacramental de Cristo en la Eucaristía. Son estos aspectos del «Dios con nosotros», cuya importancia religioso-práctica son fáciles de com prender; lo mismo que su importancia para la pred icación y vida espiritual de los fieles. Basta, por ahora, el h a berlos subrayado. (18) Is. 7, 14; 8 , 8 ss.; Mt. 1, 23.
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