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38 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO del hombre se le exige con toda energía que llegue a la entrega de sí mismo al querer y a los designios de su Dios... En su más hondo sentido religioso, la Alianza es en Dios una in ­ vitación y apremio dirigido al hombre para que llegue a una in ti­ midad de amigo con su Dios. El hombre debe responder con el si incondicional y sin reservas. La idea de la Alianza y su conten ido religioso más com pleto es a l­ canzado cuando las relaciones entre Dios y su Pueblo son propuestas ba jo la imagen de un «matrimonio» de amor entre Dios y su pue­ blo (15). B) La Alianza definitiva en Cristo crucificado .—Ya en el AT. o b ­ servamos que el concepto de «alianza» se va desligando de la idea de «pacto» bilateral para dejar paso a la idea de «donación» gra ­ ciosa de Dios al hombre. Esta idea culm ina en el NT., desde el m o­ m ento en que la Cruz de Cristo es propuesta com o «m onumento» de la nueva Alianza, y al mismo tiempo Cristo cru cificado se ofrece como la suprema «donación» de la Caridad de Dios Padre al hombre. En el AT. se anuncia una Alianza nueva, perfecta , defin itiva que Dios ha de realizar con el hombre en los tiempos mesiánicos. Jesús mismo refiere a su sangre derramada en la Cruz (y en la Cena), la consumación de la Alianza. Su muerte es el cumplim iento de las profecías del AT. En ella Dios realiza un nuevo ordenam iento de la Econom ía de salvación : nueva Alianza (16). A Cristo cru cificado hay que referir, pues, todo el conten ido re­ ligioso de la idea de la «Alianza». Cuando Dios «entrega» a Cristo a la muerte, manifiesta allí mismo su voluntad de disponer, reg la ­ mentar, en form a nueva, las relaciones religiosas entre Dios y los hombres. Hay en la Cruz un «nuevo orden de cosas», en el com po r­ tam iento de Dios para con el hombre y, en consecuencia, en el com ­ portam iento del hombre para con Dios. Lo característico de este nuevo orden es que Dios, en Cristo crucificado, revela defin itiva y claramente lo que quiere ser para el h om b re: un D ios-Caridad; Dios que perdona, que salva, que reina sobre el hombre, que se en ­ trega a él en forma gratuita, graciosa del todo y verificada hasta las honduras más íntimas de su «personalidad» y vida íntima como Padre, H ijo y Espíritu Santo. Y según esto ha de con form ar el h om ­ bre sus nuevas relaciones con D ios: aceptación de la Caridad de (15) C ír., D eu t. 32, ls s .; Os. 2, 2 ; id. 11, 1 ; Is. 5, 1 ; Jer. 3, 19; Ez. 16, 7 ss. T al vez el m ism o Cantar de los Cantares quiera alu dir al desposorio de Y av é co n su Pueblo, b a jo la d escrip ción de un d esposorio hum ano. (16) Is. 42, 5 ; 54 10; 55, 3 ; 59, 21 ; Jer. 31, 31-34; 32, 40; Ez. 16, 62 ; M al. 3, 1. L a nu eva A lia n z a : M e. 14, 24; M t. 26, 28; 2, C or. 3, 6 ; H b. 7, 22 ; 9, 1.

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