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30 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO los acontecim ientos del Sinai, toda la historia del AT., hasta cu lm i- nal con la venida de Jesucristo en carne pasible. En la «rem em o­ ración» de estos hechos una idea aparece bien destacada: Dios «elige» para Sí un Pueblo entre todos los demás, con absoluta li­ bertad, graciosamente, sin merecim ientos por parte del pueblo. Este pueblo es, pues, «obra exclusiva de Dios», auténtica creación suya en la que nadie puede gloriarse de haber intervenido. A este Pueblo le hace depositario de su Alianza y sus promesas. Finalmente, Dios donó liberalmente su H ijo al mundo para sa l­ varle. En esta elección de Cristo, en la elección de la Iglesia, es como Dios, manifiesta, sobre todo, su libertad de acción en el mundo, su señorío sobre la historia y los acontecim ientos. Tiene interés ver con claridad el proceso que sigue el creyente para llegar a esta conclusión. Los israelitas (por referirnos ahora al A.T.), tenían la experiencia fundamental, del hecho cumbre de su h istoria : la liberación de Egipto, y los sucesos del S inaí: aquí es donde Dios «crea» su Pueblo. A base de esta experiencia elemental, la reflexión religiosa del creyente, ayudada por la fe, descubre que toda la historia anterior del Pueblo, desde Abraham , estaba ya «p re­ parada» por Dios. E incluso la misma historia de la humanidad, desde Adán. Aún más la creación del mundo y del hombre estaba planeada por Dios en orden a crearse «su Pueblo». Tal com o lo narra la B i­ blia se ve que la historia prim itiva y la creación del mundo está d icho allí para explicar y completar estas ideas de la elección del Pueblo. Es de notar que san Pablo, para sign ificar la gratuidad con que Dios llamó a Abraham , la libertad absoluta de su elección , utiliza la misma fórmula con que se expresa la acción de Dios en la crea ­ ción : «Dios llama a las cosas que no son lo mismo que a las cosas que son» (Rom . 4, 17). Dios eligió libremente al Pueblo de Dios y Abraham, por consiguiente, también su acción en la creación es fruto de iniciativa libre y personal ( Rahner, l. cit.). Para un cristiano la argumentación tiene este otro punto de partida, según hemos de ver, Cristo: Dios donó libremente su H ijo al mundo; por consiguiente El es el Señor de la Historia, el creador de todas las cosas y de los acontecim ientos, que vienen ordenados según su libre voluntad. B) Expresiones del dominio de Dios sobre la Historia. —La m á ­ xima expresión o man ifestación externa de la libertad y señorío d i­ vinos ya se comprende que ha de ser la «elección divina». Pero será preciso amplicar un poquito esta idea m encionando las principales man ifestaciones de la misma. aa) La elección divina. Es una de las realidades centrales de la Biblia en el AT., y en el NT., Toda intervención de Dios en la historia puede decirse una «elección» gratuita y libre: ya sea que

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