PS_NyG_1959v006n010p0003_0043
28 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO Dios nos habla ahora mismo por medio de la Iglesia: La Iglesia guarda la Palabra de Dios y la administra. Ella le dice a los h om bres, en cada época, lo que Dios quiere de ellos. Igualmente, en un sentido muy profundo, podemos afirmar que Dios no recibe la res puesta del hombre sino en la medida en que éste se acerca a Dios en la Iglesia. La Iglesia es el recinto sagrado elegido por Dios para encontrarse con el hombre. Aquí le habla intimándole sus m anda m ientos y aquí recibe la respuesta del hombre en la fe y en la obediencia. 2.— Dios, Señor de la Historia humana. Recogemos aquí otra característica «personal» de nuestro Dios cristiano: El es el Señor que, con libertad absoluta, pone en marcha la Historia humana, controla su desarrollo, la dom ina en todos los momentos y la ordena a los fines libremente establecidos por El. Subrayar este aspecto de la «personalidad» de Dios lo juzgamos a l tamente interesante para los hombres de nuestros días, para sus necesidades espirituales (10). A) Importancia y sentido del tema .— Si exceptuamos los h om bres que vivían el con cep to b íblico del Dios Señor de la historia, los antiguos nunca podían superar el temor ante el Destino. Un secreto m iedo a las fuerzas de la naturaleza, indomables e impla cables, les preocupaba insistentemente. Nunca veían claramente un sentido definido, aquietador, a toda la h istoria humana. La vida individual y colectiva, se desarrolla sin una meta fija y razonable mente prevista. En nuestro tiempo el temor a las fuerzas desencadenadas e in controlables de la naturaleza ha vuelto a apoderarse de muchos espíritus. La técn ica moderna ha llegado a dom inar las fuerzas de la naturaleza en forma insospechada. Pero al m ismo tiempo ha puesto en manos del hombre un poder abrumador. Por primera vez en la historia tiene el hombre el poder de desencadenar las fuerzas de la naturaleza en form a tal que la tierra quede aniquilada. La insegu ridad en todos los aspectos, la espectación de la «ca tástrofe», en los diversos órdenes de la vida, es una de las características de nuestra época. Por otra parte el marxismo pregona una interpretación m a te rialista de la historia humana. Las fuerzas económ icas son el motor (10) S obre este tem a, cfr., R a h n e r, ob. cit., pág. 123-125. P articu la rm en te Jacob, E .: Theologie de VAnden Testament, N euchatel-Su isse, 1956, pág. 149-185. A llí m ism o se en con tra rá n los textos escritu rísticos m ás im portantes.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz