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2 0 PREDIQUEMOS AL DIOS VIVO ligioso e ideológico que El provocó, en el fenóm eno total del Cris­ tianismo que se origina en El y vive de El, se presenta com o la máxima personalidad de la Historia humana, incomparablemente superior a cualquiera otra. En la Cruz de Cristo, y por el cam ino de la Cruz, quiere Dios decir y dice que El aprecia infinitamente al hombre, pues le amó tanto que le dió a su H ijo unigénito. Y que no le ha sustraído nada de lo que realmente pertenece a la plenitud del ser humano. Más bien Dios ha creado un tipo de hombre «superdotado». Engrandece al hombre en form a insospechada. Unicamente que lo verifica por p ro­ cedim ientos originalisimos, muy «personales», desconcertantes para nosotros; pero eficientes. D) En Cristo crucificado dice Dios lo que El quiere ser para el hombre. —Finalmente, y al mismo tiempo, Dios en Cristo crucificado, patentiza todo lo que El quiere ser para el hombre. El marxismo se imagina a Dios como una especie de espectro que viene a arrebatar al hombre su dignidad humana y la detenta injustamente. Ya h e ­ mos visto que Dios ha tenido buen cuidado en darle a entender al hombre cuánto le aprecia. Sobre todo cuando habla en Cristo cru ­ cificado. También en Cristo cru cificado ha querido Dios revelar lo que El es para el hombre. Aquí es donde Dios revela lo que El era desde siempre, desde la intim idad de su Ser. El es un «D ios-pa ra -n oso - tros», «D ios-con -nosotros». Jesús cru cificado es la Cara de Dios vuel­ ta hacia el hombre en forma de Amor caritativo. En Cristo cru cifi­ cado Dios entra en el más íntimo diálogo con el hombre y el hombre «encuentra» a su Dios en la forma más conmovedoram ente humana. Que Dios se cuide del hombre, que esté desde la intim idad de su Vida desviviéndose por el hombre, todo ello se revela nítidamente en Cristo crucificado. La cumbre de la revelación del NT. sobre Dios se logra precisa ­ mente aquí: en que Dios es Amor en Cristo crucificado. Por todos los senderos que bajan del cielo a la tierra se nos aparece Dios que viene al encuentro del hombre para recibirlo en su amistad, en la intim idad de su Vida. Este será el rasgo más saliente de la «perso­ nalidad» de Dios en la Biblia. Por ello, y para responder a la sen ­ sibilidad del hombre moderno que se inquieta por Dios — con fr e ­ cuencia aún cuando le niega— vamos a desarrollar ampliamente, a continuación , estos rasgos del Dios de la revelación cristiana.

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