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ALEJANDRO DE V ILLALMONTE, O. F. M . CAP. 1 7 historia ya no podrán los hombres dejar de plantearse el problema de Dios en form a inquietante. B) En Cristo crucificado está la solución al problema de Dios .— Después de proponer, en su form a ción más urgente, el problema de Dios, Cristo cru cificado presenta la solución más completa que el hombre pueda dar al problema. Tal com o se ofrece el problema de Dios a la con ciencia de nues­ tros contemporáneos, sólo hay dos respuestas completas y, en d irec­ ción distinta, «satisfactorias», al problema de Dios. El ateísmo marxista simboliza su actitud de repulsa completa a realidad de Dios, en el m ito de Prometeo encadenado. Por haber ten ido la «insolencia» de rebelarse con tra los dioses Prom eteo es en ­ cadenado por Zeus a una roca. El detesta a todos los dioses. A Her- mes, servidor de los dioses, le d ice: Jamás, tenlo por seguro, jamás cambiaré mi cond ición miserable por tu actitud de servidor; porque tengo por más preciado estar encadenado a la roca, a ser un lacayo fiel y sumiso al mandato de Zeus el Padre. Prometeo encadenado a su roca, en rebeldía con tra los dioses, es el hombre (ateo m ar­ xista), encadenado a la tarea de su propia creación , a la dura faena de crear, por sí sólo, su propia grandeza sin contar con los dioses y desafiándoles. K. Marx declaró a Prometeo el primero de los santos y mártires del calendario marxista (5). Frente al rebelde Prometeo, Jesús colgado de la Cruz pronuncia el si más intenso y ca tegórico al problema de la existencia de D ios: cuando Dios aparece a la vista de la con ciencia humana, no le queda al hombre más que una solución legítima: la entrega total, la ado­ ración, la donación de su ser y de su vida en acto de servicio v o ­ luntario, absoluto hasta el sacrificio de la vida. Esto dice Jesús muriendo en la Cruz. Jesucristo, dejándose cru cifica r en obsequio a Dios, da testim o­ nio de la ún ica actitud auténtica del hombre frente a D ios: entrega incondicional a su servicio. El ideal marxista del hombre es el h om ­ bre en rebeldía y repulsa enérgica de Dios. Nuestra Predicación al hablar de Dios, tiene que referirse continuamente a Jesús «Siervo de Y a v é » : despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, menospreciado, estimado en nada. D ios puso sobre él todas nuestras iniquidades. Castigado, herido por Dios, hum illado hasta la ignom in ia... Quiso quebrantarle el Señor con padecim ientos... Y El estaba ba jo la dura mano de Dios como un cordero que no abre su boca en manos del que le trasquila (Is. (5 ) C a lv e z, Ob. cit., p á g. 48-50. 2

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