PS_NyG_1958v005n009p0261_0288

S IX T O MARIA DE PESQUERA, O. F . M . CAP. 267 qu ien los labo ra, sino el R e a l Socavón — com pañ ía, hace años in g le ­ sa, y hoy, según nos d ije ro n , n o rteam e rican a— . E lla es la a c tu a l e n ­ ca rg ada de la exp lo tación del cerro y n ad a d e ja en Potosí, antes todo lo tra n sp o rta a Estados Un idos en envases ya apropiados, que lle v a n la e tiqueta «made in U. S. A.» ¿No se esconderá aqu í el m is ­ te rio de que la ad in e rad a v illa de an taño se encuen tre hogaño en ex­ trem a p e n u ria , s in d is fru ta r, n i en la e labo ración de lo que es suyo, y de que u n a aso lado ra e ste rilid ad , como la del campo que la c irc u n ­ d a — estepario y cub ierto po r m íseras y sem ipeladas rocas neg ras sin apenas vegetación— , la m an tenga p a ra liz a d a respecto de la s g lo rias de su pasado y sin recu rso s económ icos p a ra m a rc h a r a l ritm o de los pueblos p rog re sistas como la co rre spond e ría hoy? Pero, si la rap a c id ad devorante del más fue rte aú n aho ra se i n ­ c a u ta de los tesoros potosinos — y Potosí perm anece siendo en m in e ­ ra le s el departam en to más rico de la n a c ió n— , no h a logrado n i adueñarse n i a lte ra r los m uchos bienes que en riquecen el e sp íritu de sus h ijo s. Estos perseveran en el auge y apogeo de be lla s cualidad e s de siempre. H a y que c o n v iv ir en tre ellos p a ra p roba rlo y com p render toda su a n c h u ra y p ro fund id ad . E n el período de su m ayo r esplendor, como fué el de los tiempos de la co lon ia, le v a n ta ro n en la urbe m ás de sesen ta Ig le s ia s . Tem plos que, s i e ran u n a m a r a v illa en el exte rio r, in te rn am en te sob re salían m ucho más po r la m u n ific e n c ia de sus retab los y alta res, por la s t a ­ lla s y ornam en tos, de m ae stría s in g u la r en la e je cu ción y de rique za in v a lo rab le po r la m a te ria de su fo rja y repu jado , generalm en te p la ­ ta, a sí como po r la esbeltez del estilo a rqu ite ctón ico que en ellos im ­ peraba. S an F ran c isco , S an Lorenzo, S an Agu stín , S an ta B á rb a ra , S an B en ito , la Merced, los Je s u íta s ..., son aún buen exponente de esas g lo rias. L a p iqueta de stru cto ra del tiempo y el abandono en que les h a dejado la sordidez de advenedizos logreros h a n conseguido de­ m oler las fría s e inde fen sa s p ied ra s de v a ria s de estas ed ificacione s, aunque o tra s perm anecen con sus to rre s enhiestas. Hoy el núm e ro de templos existen tes en Potosí, parangonado con los que h a b ía en los años de su grandeza, h a descendido mucho. P e ­ ro, lo que persiste, s in doblegarse a l despotismo, es el fe rvo r y la u n id a d de fe que E sp añ a llevó a l noble corazón de sus h ijo s. Po r eso, desde el p rim e r contacto con los M isione ros h a s ta el ú l­ tim a cerem on ia, la de c la u su ra de la S an ta M isión , los potosinos, tan avezados a los vaivenes y a ltib a jo s de la fo rtu n a , se d ie ron to ta lm en ­ te a lo que no fenece, a la m ed itación y v iv e n c ia de lo eterno. E l acto de ap e rtu ra se tuvo en la p la z a m ayo r y de fren te a la Cated ra l. Sobre el m ismo in fo rm ab a la p ren sa de B o liv ia : «E l 10 de agosto (d e 1957) se in a u g u ró en P o to sí la M is ió n con u n so lem n e y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz