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2 6 6 A LA CONQUISTA DE UN ’ ’ MUNDO MEJOR” da, e rig id a toda de p ied ra y re sta u rad a aho ra con m uy buen acierto y p rim o r; e d ificio s seño riale s como la «Casa Quirós», el p a la c io de los «Condes de Otavi» y la «Casa del Co rreg im ien to» ... con escudos y emblemas h e rá ld ico s en sus fa c h a d a s ; filig ra n a s ta n su tile s en las po rtadas como la de la Ig le s ia de S an Lorenzo y de los actua le s te a ­ tros M u n ic ip a l y C ine Im p e ria l, an tes convento e ig le sia de la Com ­ p a ñ ía de Je sú s y de los B e th e lem ita s re spe ctivam en te ; el suntuoso en racim ado de balcones, en re jado s y fach ad a s, que el tu ris ta de scu ­ bre a l re co rre r la s vía s, po r lo común, e stre cha s y no m uy b ien a li­ neadas y, en algunos puntos, tortuosas, del v ie jo casco de la pob la ­ ción con casas poco elevadas y de un solo piso con el entresuelo, por lo g en e ra l; todo esto, — s i exceptúa hoy el cen tro de la urbe, en que se h a reun ido todo el comercio y se h a n levan tado re sid en cia s p a r t i­ cu la re s de dos pisos— , impele a evocar, a v iv ir los tod avía no bien can tado s tiempos de g ran d io sa epopeya, en que se desenvolvió la tan c ritic a d a , po r no bien e stud iada n i conocida, dom ina ción española, que c o n firió a esta ciudad , asen tada a más de 4.150 metros de a ltu ra y en las m ism as fa ld a s del afam ado «Cerro rico», toda su grandeza, su renombre y fam a legendaria. L a h is to ria v a de d ía en d ía «desfa­ ciendo entuertos» y p ro clam ando m uy alto que fué «en e x trem o ’b e­ n e fic io s a ». La v id a p o to sin a a ctu a l, y la re sp u e sta de sus gen tes al llam am ie n to de la Sa n ta M isión . Hoy la vida, en la que aye r fué r ic a región m in e ra , tra s c u rre m o ­ nótona, triste y h a sta ba stan te depauperada. E l en igm ático y pródigo Cerro, que a llí h a b ía y que encand iló a l mundo con la sim ple p a la ­ b ra de «.potosí» — vocablo que, en lengua quechua, equivale a «reven ­ ta r, m an a r, b ro ta r» ..., pues, de hecho, a cho rro d is c u rría en él la p la ­ ta— ; aunque está a llí en su mole, se en cu en tra por dentro e xh a u s­ to. Los cien tos o m iles de bocas que, po r todas partes, la co d ic ia h u ­ m an a a lia d a con la té cn ic a le h a n abierto, y a no vom itan , sólo go­ tean, el ta n codiciado metal. Sem e ja ser u n coloso que m an tiene sus ojos abiertos, pero se h a lla y a sin vida, m om ificado ; a l ig u a l que las m ariposas, que se exponen disecadas en las v itr in a s de los museos, no pueden vo la r, no obstante tene r sus a la s extend idas. L a p roducción a rg e n tífe ra , al presente, no asciende a las p ro p o r­ ciones del pasado ; si b ien c o n tin ú a ric a la dád iva de estaño y otros metales, in fe rio re s a la co tización de la p la ta , pero supe rio re s en la c an tid ad de extracción . Tampoco es aho ra el R e a l In g e n io de E spaña ,

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